En diálogo con CAMBIO, la psicóloga Belén Trindade, afirmó que la salud mental debe asumirse como un compromiso social, ya que constituye una de las dimensiones más profundas del ser humano. “No se trata solo de la ausencia de enfermedad, sino de un bienestar integral que nos permite vincularnos, proyectar, construir y sostener una vida con sentido”, expresó. Sin embargo, advirtió que en las sociedades actuales la salud mental continúa siendo un tema relegado y muchas veces abordado desde la urgencia, el estigma o la fragmentación de los sistemas.
DESEMPLEO Y POBREZA
Trindade sostuvo que no puede reducirse a un problema individual, ya que está atravesada por factores sociales, económicos, culturales y comunitarios. “El desempleo, la pobreza, la falta de oportunidades, la violencia o el aislamiento social son realidades que impactan directamente en el bienestar psíquico. Por eso, se necesita una mirada amplia, que contemple no solo el tratamiento clínico, sino también la prevención, el acompañamiento y la construcción de redes de apoyo”, destacó.
COMUNIDAD EMPÁTICA
Trindade remarcó la necesidad de contar con estructuras sólidas y sostenibles dentro del sistema de salud, pero también estrategias comunitarias, espacios de escucha y políticas públicas que garanticen el acceso a la atención. “La salud mental no puede depender únicamente del esfuerzo individual de quien padece, ni del trabajo aislado de los profesionales. Requiere una comunidad empática, que comprenda, que no juzgue y que acompañe”. El sufrimiento psíquico no abordado de forma integral puede derivar en otras problemáticas como las adicciones, la violencia o la exclusión social. “Detrás de muchas conductas que se señalan o se castigan, hay historias de dolor, carencias afectivas y falta de horizontes. Hoy vemos a muchos jóvenes que logran salir de una adicción, pero se encuentran sin proyectos, sin sentido de pertenencia, sin un lugar donde reconstruir su vida. Esa falta de proyectos es también un síntoma social”, subrayó.
MOMENTOS DE CRISIS
La profesional reflexionó sobre los desafíos que enfrenta la sociedad: “Fallamos cuando la salud mental se convierte en un tema del que solo se habla en momentos de crisis. Fallamos cuando se responsabiliza únicamente a la persona que sufre, sin mirar los contextos que la atraviesan. Fallamos cuando naturalizamos la desigualdad y la falta de oportunidades. Y, sobre todo, fallamos cuando como comunidad nos desentendemos de quienes más necesitan acompañamiento”. Enfatizó que el desafío está en reconstruir el tejido social, generar espacios donde la palabra circule, donde el sufrimiento encuentre quien escuche y sentido. “Apostar a la salud mental implica apostar a la vida, al encuentro, a la construcción de vínculos saludables y redes de cuidado mutuo”, afirmó. Finalmente, subrayó: “La salud mental no es solo una cuestión médica: es una responsabilidad colectiva.
