
Por Andrés Torterola
Ante la creciente preocupación ciudadana por hechos delictivos y situaciones de violencia registrados en los últimos meses, surgen interrogantes sobre la real dimensión del fenómeno en el departamento. ¿Es Salto una ciudad violenta? ¿Se encuentra dentro de los parámetros que definen a una ciudad como tal? Para abordar esta interrogante desde una perspectiva técnica y académica, CAMBIO consultó al Dr. en Sociología Juan Romero, quien ofreció una mirada fundamentada sobre los indicadores que se utilizan para clasificar a una ciudad como violenta, el contexto nacional, regional, y los factores que pueden influir en la percepción pública de inseguridad.
AUMENTO
El Dr. en Sociología Juan Romero explicó que existen parámetros internacionales para clasificar a una ciudad como violenta, y uno de los principales es la tasa de homicidios, especialmente en aquellos casos donde las cifras alcanzan los dos dígitos altos por cada 100 mil habitantes. En un análisis realizado entre los años 2013 y 2022, Romero señaló que en Uruguay hubo un aumento en la tasa de homicidios, al comparar estos datos con la situación en Salto, el sociólogo indicó que el departamento registró un crecimiento en su tasa de homicidios, pasando de 5,2 a 6,8. Si bien este valor se mantiene por debajo del promedio nacional, el aumento porcentual en Salto fue más pronunciado con un incremento del 30%.
CIUDAD DEPÓSITO
Romero explicó que esta realidad se vincula con dos grandes dimensiones. Por un lado, una dimensión estructural: Salto es un departamento con profundas desigualdades sociales, lo que de por sí genera condiciones propicias para la violencia. Por otro lado, destacó el crecimiento de las disputas territoriales vinculadas al narcomenudeo. “Salto dejó de ser una ciudad de pasaje para convertirse en una ciudad de depósito de drogas”, advirtió. Además, subrayó la incidencia creciente de la frontera con Argentina en este fenómeno. Como ejemplo, recordó un operativo de inteligencia policial de años atrás, en el que se detuvo un ómnibus que transportaba un fusil de asalto con un poder de fuego superior al armamento policial disponible en ese momento.