Por Carlos Silva
Cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, una jornada que más que una efeméride debería ser un recordatorio urgente de los desafíos que enfrentamos como comunidad. En Salto, donde la naturaleza nos regala ríos majestuosos, termas únicas y tierras fértiles, también convivimos con problemas ambientales que no podemos seguir ignorando.
Basta recordar los incendios en el vertedero municipal, que dejaron al descubierto la falta de gestión adecuada de los residuos y expusieron a miles de Salteños a la contaminación del aire. Respirar humo tóxico, como ocurrió este verano, no es una anécdota: es una amenaza concreta para la salud pública. Durante varios días, barrios enteros soportaron una densa humareda provocada por la quema de residuos a cielo abierto. Hoy el vertedero recibe casi 100 toneladas de basura por día, sin clasificación y sin infraestructura de control ambiental.
Del mismo modo, los basurales clandestinos, el uso inadecuado de agroquímicos, la tala de árboles en zonas urbanas y rurales, o el desperdicio del agua, son señales de que todavía estamos lejos de una verdadera conciencia ambiental.
El cuidado del medio ambiente no puede depender solo de la voluntad individual. Se necesita planificación, gestión pública seria y, sobre todo, educación ambiental. Las nuevas generaciones deben crecer entendiendo que el respeto por el entorno es parte de su identidad.
Por eso celebramos iniciativas como las Escuelas Promotoras de Salud, que en Salto han demostrado que cuando niños, docentes y familias trabajan en conjunto, se logran verdaderos cambios de hábitos. Este programa, reconocido por la Organización Panamericana de la Salud, promueve acciones integradas entre salud y educación para generar entornos más saludables, incluyendo el cuidado del ambiente escolar y familiar.
El desarrollo no tiene por qué estar reñido con el cuidado ambiental. Por el contrario, apostar a una ciudad limpia, ordenada y verde puede ser un motor de crecimiento. La valorización del espacio público, el reciclaje, la eficiencia energética en los edificios públicos, la reforestación urbana y la protección del río Uruguay son oportunidades para construir una ciudad más justa, habitable y preparada para el futuro.
Ya existen experiencias positivas, que han demostrado que con organización comunitaria se puede avanzar en economía circular y reducir la cantidad de residuos que terminan en el basurero.
Cuidar el medio ambiente en Salto no es un lujo, es una necesidad. Exige responsabilidad ciudadana, compromiso político y una mirada de largo plazo. Porque de nada sirve hablar de progreso si no podemos respirar tranquilos, si nuestros hijos crecen rodeados de humo o si seguimos perdiendo lo más valioso que tenemos: nuestra tierra, nuestra agua y nuestra calidad de vida.
Hoy, más que nunca, el medio ambiente es una de las claves para el desarrollo.
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