Por Andrés Torterola
El miércoles 2 de octubre se conmemoraron los cuatro años del Colectivo de Ollas y Merenderos de Salto. En diálogo con CAMBIO, una de las referentes de esta iniciativa, Rosalía Rodríguez, destacó que algunos integrantes continúan firmemente comprometidos con la labor, manteniendo activas las ollas populares, mientras que otros, por diversas razones, han tenido que dejar de asumir esta responsabilidad. Rodríguez expresó su agradecimiento a sus compañeros y compañeras, a quienes describió como personas valientes y esforzadas, siempre dispuestas a sumar su colaboración en el servicio solidario que brindan a tantos niños en los merenderos y a personas en situación de necesidad. Según sus palabras, la solidaridad es un pilar fundamental que sigue siendo clave en la comunidad.
LA NECESIDAD DE CADA BARRIO
En su momento más álgido, el colectivo gestionó hasta 24 ollas en distintos barrios de la ciudad, donde personas con dificultades económicas podían acceder a un plato de comida. Hoy en día, quedan aproximadamente 15 ollas y 11 merenderos, puntos de encuentro en los que vecinos en condiciones vulnerables reciben ayuda alimentaria. Rodríguez también agradeció el apoyo brindado por los integrantes y funcionarios de la Universidad de la República (UDELAR), quienes colaboraron en la obtención de la personería jurídica para el colectivo y han continuado respaldando sus esfuerzos. Subrayó la importancia de seguir adelante con determinación, reconociendo que la necesidad sigue siendo una realidad en cada barrio de Salto.
LAS OLLAS NO SE APAGARON
«Nuestro enfoque debe estar siempre en el futuro,» enfatizó Rodríguez, con la esperanza de que los niños y niñas a los que hoy se les brinda ayuda puedan, al crecer, formarse en una carrera u oficio, encontrar un empleo digno y así asegurar una buena alimentación para ellos mismos y sus familias. La solidaridad, según ella, no solo es una respuesta inmediata a las necesidades actuales, sino también una inversión en un futuro mejor para la comunidad. Las dificultades provocadas por el cierre de algunas ollas y merenderos han generado un aumento significativo en el número de personas que asisten a los pocos que aún se mantienen activos. Esta situación ha generado complicaciones logísticas y de recursos, pero, a pesar de los desafíos, se continúa haciendo un esfuerzo constante para garantizar que nadie quede sin un plato de comida.
SOLIDARIDAD DE LA COMUNIDAD
«El mensaje es de esperanza, pero también de determinación,» afirmó Rosalía Rodríguez, quien ha estado al frente de una de las ollas populares. «A pesar de las dificultades, las ollas no se apagaron. Seguimos enfrentando una situación crítica, pero estamos comprometidos con la misión de cubrir la alimentación de todos los que recurren a nosotros en busca de ayuda.» Rodríguez destacó la importancia de la solidaridad de la comunidad y el rol fundamental que juegan las ollas en brindar no solo alimentos, sino también un espacio de contención para quienes más lo necesitan. «Es urgente que sigamos trabajando juntos, con más esfuerzo y más recursos, porque la demanda está aumentando y la necesidad no disminuye,» concluyó.
Locales Titulares del día