Por el Padre Martín Ponce De León
“Cuando la creciente grande”
Así definía y sabía de su cumpleaños.
La primera vez que le vi transmitía un partido de fútbol parado en una esquina de una de las plazas de la ciudad. Nadie prestaba atención a su transmisión.
Mucho no entendía lo que decía pero sabía transmitía dada la colocación de su mano, como si fuese un micrófono, delante de su boca.
También llamaba mi atención lo desprolijo de su aspecto que comenzaba con unos pelos chuzos sin mucho peinado desde hacía un buen tiempo.
Corría detrás de algún auto que estaba por partir, recibía alguna moneda y volvía a su transmisión.
Con el paso del tiempo fue aprendiendo de su cumpleaños. “Para este mes”
Si se le pregunta la edad que cumple responde con un “No me acuerdo” convencido donde oculta su ignorancia.
Ahora, luego de mucho tiempo, está pendiente de su cumpleaños.
Desde hace nueve años vive en un espacio de la parroquia donde, según él, se ha convertido en “el encargante”
Sin duda es una de los más típicos personajes que conviven con la ciudad hoy en día.
Es un personaje de la calle y su vida se desarrolla allí.
Caminante incansable se recorre toda la ciudad con su andar particular. Nunca he podido definir si camina a los saltitos o lo hace arrastrando los pies. Pero tal cosa no le impide transitar por toda la ciudad con sus saludos, sus gritos o su pedir algo.
Su mentalidad es la de un niño, su imaginación es de una frondosidad impresionante.
Cuando uno le escucha hablar por primera vez muchas de sus palabras no se le entienden ya que suele utilizar un lenguaje muy especial y su pronunciación no es muy correcta. Cuando uno le escucha hablar constantemente logra entender sus palabras aunque no logre captar todos sus pensamientos.
Jamás se queda sin tener una explicación particular para lo que ve o para lo que sucede.
Sus explicaciones suelen no ser convincentes pero él las manifiesta con la vehemencia y convicción de una verdad absoluta.
Nunca va a pedir una disculpa, en el momento, puesto que le cuesta mucho aceptar que se equivocó o ha dicho un disparate. Luego de varios días podrá decir “Estuve mal y si queda mal uno quedamos mal todos” pero seguirá sosteniendo lo suyo.
Desde hace mucho tiempo ha dejado de pertenecer a su madre o a sus hermanos para ser “propiedad” de la ciudad. Él es un poco de todos y para todos.
Para muchos tiene un grito y un saludo que le hace saber identificado y, generalmente, recibe un saludo que le hace estallar en risas.
Conoce la ciudad como la palma de su mano y de sus habitantes sabe muchas historias reales o inventadas por él.
Con el paso de los muchos años en la calle es un personaje por demás conocido aunque la gran mayoría solamente conozcan su apodo.
Los niños chicos suelen tenerle un poco de temor debido a que lo identifican con el hombre que anda a los gritos por la calle peo él suele expresarse con mucho cariño con esos niños pequeños que le ven y lloran.
Pese a que muchos ignoran su historia es un personaje querido por casi todos los habitantes de la ciudad.
Es por eso que, en esos libros donde la historia se escribe desde los seres comunes y no desde los prohombres, suele, casi siempre, encontrarse algún espacio dedicado a su persona.
Lejos está de saberse un personaje de la ciudad. No tiene conciencia de su popularidad ni de su ser tan querido por tantos.
“Yo soy de la calle y nadie me va a sacar de allí” me decía en una oportunidad y así es su vida.
Un 16 de mayo, “cuando la creciente grande”, nacía Alejo Méndez (Cosita) y la ciudad sonreía un algo más.
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