Dr. Fulvio Gutiérrez
Seguramente una de las facultades más difíciles de ejercer por parte de los jerarcas en el desempeño de su función individual, es la de designar a los funcionarios que van a ser titulares de cargos de confianza política que estarán bajo su dependencia. Llámese Intendentes cuando se trata de los Directores Generales de Departamento o simplemente de Directores que prevé el correspondiente presupuesto, o del Presidente de la Republica, cuando debe designar a sus Ministros o a los Directores de Entes Autónomos o Servicios Descentralizados, o también cuando lo disponga el presupuesto, por más que en ciertos casos se requiere la venia de la Cámara de Senadores. Y ello porque no siempre se conoce a fondo el perfil de los candidatos a estos cargos, ni siempre se debe tener presente sus condiciones técnicas sino las políticas, o ambas a la vez, ni en definitiva se puede apostar a la siempre insegura opción de si tales personas no se verán deslumbradas por una responsabilidad y una jerarquía que en muchos casos, los transforma a niveles inesperados y siempre negativos.
Tal vez eso es lo que le ha pasado, al Presidente Lacalle Pou. Veamos algunos ejemplos. En la oportunidad de designar en la presidencia de ANTEL a Guillermo Iglesias, ocurrió que, de entrada nomas, votó y firmó una decisión referida a la presupuestación de varios cientos de funcionarios, incumpliendo una filosofía impuesta por este gobierno que necesariamente debió tener en cuenta. Tenía derecho, pero no era políticamente oportuno. Conclusión debió dejar el cargo. Luego designa como Presidente de la Corporación Nacional para el Desarrollo a Miguel Loinaz, quien no tiene mejor idea que declarar públicamente que no trabajará full time en el organismo porque debía atender sus negocios privados, sin perjuicio de contratar a su pareja para que lo acompañara. Muy mal comienzo, que lo llevó a dejar el cargo. Después es designado en el Directorio de la Administración Nacional de Puertos, el Capitán de Navío Gastón Bianchi, que pertenece a Cabildo Abierto. Sin siquiera haber ingresado formalmente en el organismo, esta persona utiliza su Facebook para generalizar un insulto a los parlamentarios a quienes califica de “pléyade de cerdos castrados”, a la Justicia de “mamarracho”, plantea la proscripción del Partido Comunista y se refiere a las feministas como “ballenatos y cachalotes” de “higiene deficitaria e indomables modales”. Inaceptable e impresentable. Ni siquiera ingresó a su escritorio en la ANP, porque seguramente, luego de consultarlo con el General Manini, este dispuso su inmediata exclusión y el marino quedo fuera del “barco portuario”.
Se dieron otros hechos parecidos, pero para lo que pretendemos señalar acá, alcanza y sobra con lo indicado.
Menos mal que el Presidente Lacalle Pou sabe dónde está parado, sabe que en muchas veces se puede equivocar, y carece de la soberbia que apresaba a otros gobernantes. Entonces hizo lo que tenía que hacer; puso marcha atrás, y los desubicados quedaron en la calle. Valga la sinonimia de esta expresión con el apellido presidencial.
No podía hacer otra cosa. Quien no se comporta como el equipo quiere que se comporte, no puede formar parte de él. Quien no entiende que el cargo para el cual fue nombrado es un honor republicano, y no una patente de corso para hacer cualquier cosa con tufillo a resabio monárquico, se debe ir. Y se fueron nomás. Porque en el manejo firme y transparente de un gobierno, la reversa también existe.
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