sábado 27 de abril, 2024
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Después, ya habrá tiempo

César Suárez
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César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Hace ya más de veinticinco años que escribo en diario Cambio una columna semanal lo que equivale a poco más de mil doscientas cincuenta entregas siempre hablando de temas diversos.
Cada vez que escribo, reviso en forma reiterada el mensaje que quiero trasmitir para intentar expresar lo más claramente posible los conceptos que quiero comunicar, tarea que no es sencilla, porque no todo el mundo capta en forma fiel lo que uno quiso decir, sobre todo si el lenguaje utilizado no es lo suficientemente claro.
Cada uno es dueño de su pensamiento que permanece encriptado en cada cerebro y se quedará ahí por siempre si su dueño no decide comunicarlo, pero no alcanza sólo con la voluntad de trasmitir lo que cada uno piensa, sino que es necesario encontrar las herramientas para expresarlo en una forma fluida y clara en base a códigos aprendidos, previamente acordados, palabras, frases, gestos, expresiones corporales y hasta silencios, todo combinado en un mensaje que el interlocutor interpretará de acuerdo a sus vivencias, sus conocimientos, su experiencia y su habilidad de comprensión. Para comprender cabalmente un mensaje no sólo alcanza con hablar el mismo idioma.
La realidad es que los humanos somos seres sociales y tenemos la necesidad de comunicarnos con los demás a través de códigos compartidos para anunciar al otro, mensajes, que queremos trasmitir y que llegan al interlocutor con variable fidelidad como resultado, en parte, por la capacidad que tenga el emisor de expresar su idea y en parte, por la capacidad del interlocutor de comprender lo que le intenta compartir.
Si nosotros hacemos el ejercicio de entregarle a diez personas diferentes un texto simple, de no más de dos o tres párrafos, que contenga una idea expresada por un autor y luego le solicitamos a cada uno que escriba o exprese verbalmente que fue lo que comprendió, seguramente tendremos diez versiones diferentes de lo comprendido.
Es que poder trasmitir un pensamiento o una idea a otra persona no es una tarea sencilla, y menos lo es, cuando queremos compartir una idea o un pensamiento a un conjunto de personas, cada una termina por entender algo diferente, en parte porque a pesar de que hablemos el mismo idioma, el valor simbólico de los conceptos está cargado de las emociones particulares de cada uno con cierta dosis de la fantasía que cada uno elabora, no sólo sobre lo que escucha, sino, además, de lo que quisiera escuchar.
Cada diálogo requiere de una remodelación dinámica en el modo de decir el mensaje de más de una manera para pulir el concepto que se quiere trasmitir y para que la idea que contiene intente llegar tal cual al interlocutor.
La capacidad de comprender el mensaje recibido, a su vez, dependerá de la capacidad intelectual del receptor y de la predisposición circunstancial y de la interferencia intelectual de otras emociones que carguen en ese momento la mente del receptor.
No es raro que tengamos que releer un texto para poder comprender el mensaje y como el texto ya está escrito, nada cambiará su contenido en la segunda o tercera lectura, lo que si cambará es la capacidad o no de entender.
Muchos que en este instante están leyendo este texto, probablemente se estarán preguntando ¿Qué es lo que está queriendo decir? Y hasta alguno se tentará de volverlo a leer para ver si entiende, sin embargo, el texto seguirá diciendo la misma cosa, lo único que podrá cambiar entonces, es la percepción del lector que le pondrá su emoción, su carga intelectual, sus vivencias.
Suele suceder que cuando volvemos a leer el mismo libro veinte años después, a pesar que sigue diciendo lo mismo, las sensaciones terminan por ser diferentes porque el agregamos la vivencia de nuestra propia historia y suele terminar por adquirir otro significado.
En la claridad de los conceptos y en la capacidad de diálogo está el secreto para podernos entender en lo que estamos de acuerdo y en lo que no. Con racionalidad y mente fría encontraremos siempre nuestras coincidencias, después habrá tiempo para discutir lo que nos separa.