miércoles 24 de abril, 2024
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Oportunistas

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Sobre la faz de tierra sobreviven una cantidad incontable de organismos vivos de naturaleza muy diversas, desde microorganismos unicelulares, o menos que eso, junto a organismos mucho más complejos, tal como somos lo seres humanos, compartiendo el mismo hábitat y frecuentemente, compitiendo por él, en ocasiones, en forma interdependiente para poder sobrevivir.
La naturaleza tiene una armonía biológica, interdependiente, que permite un equilibrio, autorregulado, donde los organismos vivos, incluyendo el llamado reino vegetal, juegan su papel específico y que no siempre se comprende cabalmente, al punto, que cada vez más, ese equilibrio es puesto en peligro por los peores depredadores del medio, los seres humanos.
Sin embargo, nuestro planeta ha sobrevivido por miles de años, dado que esa interdependencia de los habitantes vivos de la naturaleza, lleva a la autorregulación que a través del tiempo ha eliminado especies y generado otras.
Cada especie, busca y encuentra la forma de sobrevivir, pero en ocasiones lo hace, compitiendo y agrediendo a otras especies.
Los seres humanos, dotados de inteligencia, sobrevivimos con desmedro de otras especies, dependiendo nuestra alimentación de otros seres vivos a su vez que hemos creado herramientas para podernos defender, eficientemente de depredadores que nos superan en fortaleza física, pero, por el contrario, solemos ser agredidos por especies microscópicas a través de las infecciones que pueden generar graves enfermedades que nos pueden costar la vida.
Cada especie se va adaptando a las circunstancias y los seres humanos al igual que otras especies, va generando diferentes niveles de defensa contra las infecciones desencadenadas por lo microorganismos a través del sistema inmunológico que se va armando en función de la agresión que recibe.
Esas defensas naturales que todos tenemos con diferentes niveles, periódicamente suelen ser sobrepasadas por la aparición y multiplicación de microorganismos con nuevas “herramientas” que superan la capacidad inmunológica acumulada por la humanidad, generando nuevas enfermedades que en ocasión se hacen epidémicas y cada vez que creemos que la medicina con su desarrollo, todo lo puede, nos vemos sorprendidos por nuevas enfermedades infecciosas que en ocasiones se hacen epidémicas con un inesperado impacto sanitario mayúsculo.
Hace cuarenta años, fuimos sorprendidos por el SIDA, enfermedad que aún no ha encontrado cura y cuando ya la medicina había encontrado recursos terapéuticos para su manejo crónico de esta enfermedad pandémica, la humanidad nuevamente ha sido impactado por una pandemia hasta ahora inmanejable con la aparición del covid-19.
Ambas enfermedades, mortales por sí mismas, generan además en las personas que sobreviven, grave deterioro inmunitario que alteran las defensas elementales de los organismos afectados, dando oportunidad a otros gérmenes, habitualmente inofensivos para una persona sana, a provocar enfermedades llamadas oportunistas que contribuyen a un mayor deterioro de las personas afectadas, provocando frecuentemente la muerte.
Esto ya lo hemos vivido con el SIDA en la que hemos comprobado en innumerables oportunidades que gérmenes habitualmente poco ofensivos para organismos sanos, generan un impacto incontrolable en estos pacientes inmunodeprimidos tales como infecciones por hongos, habitualmente inofensivos como la cándida albicans, el criptococoneoformans, el aspergillus fumigatus, la histoplasmacapsulatum, pneumoystisjirovecii, o múltiples bacterias, parásitos, otros virus, que han hecho desastres con riesgo vital en este tipo de pacientes.
En estos días nos estamos enterando de la irrupción de la mucormicosis (hongo negro) un hongo ya conocido, habitualmente inofensivo para personas inmunocompetentes, que está afectado en forma grave, como coinfección oportunista a pacientes afectados por el covid-19, agregándose como una nueva complicación.
Estas graves enfermedades están ligadas a la biología propia de los seres humanos y lo microorganismos, pero sin duda, en ambos casos están altamente influenciadas por la conducta personal y social de cada comunidad que no respetan los mínimos protocolos saludables.
La suma de la agresividad de los microorganismos más la falta de cuidados sociales llevan a que no alcancen los esfuerzos de la ciencia para neutralizarlas.
Ante el agravamiento progresivo de nuestra situación sanitaria es necesario que le Estado intervenga eficientemente para neutralizar la difusión de este virus, generando acciones para llevar la movilidad social a su mínima expresión y frenar el contagio tal como aconsejan todas recomendaciones científicas.