jueves 28 de marzo, 2024
  • 8 am

Bianchi tenía razón

Gustavo Varela
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Gustavo Varela

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Por Gustavo Varela
Días atrás, la Senadora Graciela Bianchi, publicó un mensaje en la red social twitter, donde manifestaba que la Justicia, se encontraba infiltrada por operadores de la izquierda, dando a entender que se estaba flechando la justicia con un pensamiento político partidario.
En ese nuevo parlamento, como son las redes sociales, se armó un debate muy interesante como intenso (y en muchos casos muy violentos), donde aquellos militantes de izquierda argumentaron en contra, controvirtieron virulentamente y denigraron a la Senadora, la que indudablemente, cada vez que opina de diferentes temas, levanta una polvareda tremenda.
Como todo tema controversial, tuvo su momento de apogeo y luego decayó en intensidad, y cuando parecía que iba a desaparecer, ocurre una denuncia de presunta violación en grupo, donde los colectivos corporativos, como están acostumbrados, presionan a la justicia para que funcione sumariamente, dando por sentado (faltaba más) la culpabilidad de las bestias patriarcales, o sea el género masculino.-
Sin embargo, aparece en escena, sin que estuviera invitado al show del “Cadalso” una grabación que hace aparecer el periodista Ignacio Álvarez, que en principio hace aparecer como nada clara la acusación de violación, a pesar de que la fiesta ya estaba en marcha.
Eso hace que la fiscal, que se encuentra al frente del caso, solicitara a la jueza, que así lo ordena, el allanamiento de la radio y del domicilio del periodista, y la incautación de todos los dispositivos electrónicos que se encontraran por el camino, porque se quería saber quién había sido la fuente del periodista.
Algo insólito, que sólo había ocurrido en dictadura, que se llevaba por delante la mejor tradición democrática y republicana, avalada por la justicia, para hacer acallar la presunta verdad.
El argumento fue que la grabación, sacaba a relucir aspectos íntimos llevados a cabo por la presunta víctima, que la podrían exponer al escarnio público.
O sea que se coartaba la libertad de prensa, para que la opinión pública no supiera lo que había realizado una persona, ocultando una posible verdad que contradecía la denuncia de violación.
Resumiendo, si te denuncian por violador y perteneces al género masculino, aguantá quieto por más que sea mentira y lo puedas probar.
Un enorme dislate, que ocurre como consecuencia de la ley 19.580 de erradicación de la violencia en sus diferentes formas, en función del género, ley que votó por la presión de los colectivos feministas, y que muchos levantaron las manos, para no quedar mal, o por miedo a quedar mal ante ellos.
Ante la disyuntiva de “decir” la verdad y “probar” la verdad, prioriza lo que se dice ante lo que se prueba, si quien lo dice es del género femenino
Ya son miles las denuncias de excesos de la aplicación de la ley, que además curiosamente ocurren cuando se movilizan los colectivos corporativos, que además no se da siempre que alguna mujer sufre de violencia.
Basta con citar por ejemplo el caso de la marinera, que en Montevideo en un operativo donde interviene para poner orden en un muelle, los muchachos la terminan empujando, tirándola al agua.
Los colectivos feministas, parecieran que ni se enteraron de lo ocurrido.
O el caso de aquella mujer que desapareció, dejando la familia y los hijos, apareciendo en la Argentina, del que nada más se supo.
Los hechos duros y crudos, le dan la razón a la Senadora Bianchi, pues la justicia nos muestra que no siempre actúa con los mismos fundamentos, ni defiende los intereses generales de los ciudadanos, sino que en muchos casos cobran al grito de la hinchada.
Hinchada que curiosamente defienden y votan a un partido político.