Con nuestros niños y adolescentes NO
Por Alexandra Ledesma
Lic. en Sociología y Educadora Sexual
Tanto el maltrato, como el abuso, la violencia, es algo que mediante todos los medios, institucionales, de comunicación, educativos, legislativos, sea cual sea, se intenta prevenir, evitar, y sancionar con todo el peso de la ley, y dentro de la población, hay sectores que han sufrido este flagelo a lo largo de los años, los más vulnerable, se trata de nuestros niños, niñas y adolescentes, quienes muchas veces lo padecen en silencio por falta de respuestas de quienes deben velar por el cumplimiento de sus derechos.
Desde las instituciones, cuando se presenta un caso de presunto abuso infantil, se rigen por ciertos protocolos o “Mapa de ruta”, donde trabajando de forma mancomunada, se busca hallar una solución para ese menor.
La violencia se manifiesta de diversas formas, todas ellas con un alto poder de destrucción, así lo establece la definición de la OMS “…uso deliberado de la fuerza o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas posibilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.” OMS (2002)
En nuestro país, se cuenta con el modelo de atención del Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia, más conocido como SIPIAV, el mismo plantea un marco conceptual específico para comprender el problema de la violencia contra la infancia y la adolescencia, en él se reúnen distintas instituciones, donde justamente el abordaje que se busca es integral e interinstitucional, para ello no solo se trabaja con el individuo sino que abarca su familia y la comunidad.
Para acercarnos un poco más a la temática y saber a qué nos enfrentamos, un breve resumen de datos del SIPIAV de su informe del 2020, establece que se intervino y se registraron un total de 4.774 situaciones de violencia hacia NNA durante el 2019 (SIPIAV, 2020). La mayoría fueron crónicas y recurrentes (por lo tanto, provocando potencialmente un daño mayor). Más de 1.100 fueron de abuso sexual.
Con la llegada de la pandemia, estos últimos años la situación de muchos NNA en situación de vulnerabilidad se ha visto afectada aún más, el impacto que tuvo ha sido muy difícil de contrarrestar.
Dentro de los abusos que pueden gestarse, se encuentra el abuso sexual, el cual por definición es “el acto en el que una persona, en una relación de poder que nace de una diferencia de fuerza, edad, conocimiento o autoridad, involucra a un niño, niña o adolescente en una actividad de carácter sexual. Mediante la cual el ofensor obtiene una gratificación.”
En estos casos es necesario tener algunas consideraciones a modo general, como saber que el abuso puede ser extra o intra-familiar, que está presente en todos los estratos sociales, que tampoco hay edad, que definitivamente es una experiencia que genera un trauma, que implica ausencia de libertad de elección, asimetría de poder y en muchas de las ocasiones, un pacto de silencio.
El saber cómo actuar, no aplica solamente a quien debo dirigirme o con que actores debo trabajar la situación que se presenta, sino que debo ser consciente de cómo actuar frente a ese NNA cuando se presenta el emergente.
Como sociedad somos también responsables de hacer valer los derechos de los NNA, es por ello que debemos (o deberíamos) tener presente, mínimamente, a quienes dirigirnos en caso de estar frente a este escenario, un buen manejo de estas situaciones reduce o amortigua el impacto en la victima y evita su re-victimación.
Por este motivo, continuare en la próxima columna, haciendo hincapié en cómo debemos actuar frente a estas situaciones si alguna vez nos toca de cerca. Manejar esta información nos permite empoderarnos o empoderar a quien lo está padeciendo, abriendo caminos, o, desplegando las herramientas con las que cuenta.
Que no sea la indiferencia la que prevalezca.
Continuara…