viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

Perdí el control

César Suárez
Por

César Suárez

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Por Dr. César Suárez
Cuantos más años uno suma más recuerdos acumulan, y yo, como más de una vez lo he dicho, mis primeros años de vida me tocó vivir en plena campaña, casi en medio de la nada o de muy poco. ´
Área de agricultores artesanales donde la “tracción a sangre” era casi la regla y donde las máquinas motorizadas eran casi una rareza y habitualmente venían de otro lado a recoger los productos de la cosecha artesanal, a lo que sumaban los ómnibus lecheros encargados del trasporte de cualquier cosa, incluyendo gente.
El medio de comunicación por excelencia era la radio alimentadas a batería que eran recargadas por un molino de viento pero que sólo era un privilegio de pocas casas.
Ahí viví hasta la adolescencia con una vida tranquila sin sobresaltos, disponiendo de lo elemental y sin mucho a que aspirar. Confieso que esa circunstancia, nunca nadie perdía el control porque no tenía como.
A mediados de la década de los sesenta apareció un ingenio novedoso de la tecnología, la radio portátil Spica que para los pobladores de la zona parecía un artilugio insuperable. Parecía increíble, poder andar escuchando la radio mientras se caminaba o se hacían las tareas del campo.
Los jóvenes de esa zona dedicados a las tareas rurales tenían ingreso muy limitados, pero como se comía de lo que habíay que la naturaleza proveía y se vestía sencillo,siendo solteros, podían ahorrar casi todo y con mucho esfuerzo podían acceder a una radio Spica y una vez que la tenían la lucían orgullosos colgadas con una cinta de cuero, atravesada desde un hombroal lado contralateral, sintonizada a todo volumen, era como tener hoy un iphone 14.
Era una vida simple y se necesitaba muy poco para ser feliz porque tampoco había mucho a que aspirar.
No pasaron tantos años y la tecnología aceleró una avalancha de recursos capaz de desbordar a cualquiera y llevado por la publicidad se va llenado de chirimbolos en cada casa que se van volviendo viejos atropellados por los nuevos inventos y las nuevas versiones del mismo aparato.
En mi casa no hemos escapado a esa locura de cosas que antes parecían superfluas y ahora de transformaron en una necesidad casi imperiosa y como se multiplican los aparatos y la tecnología, ahora todo funciona con un control remoto. El televisor, el decodificador de la trasmisión por cable, el home Theatre, Netflix, Prime, star plus, el Chomecast, aire acondicionado, que se acumulan innumerables aparatos de control remoto que van quedando por ahí, donde uno los va dejando, en un sillón, sobre una mesa, en la mesada, en la mesita, en el rack, debajo del diario, en el piso debajo de sillón que, por consiguiente, cada vez que necesito encender cualquiera de los aparatos jamás lo encuentro y me vuelvo loco para encontrarlo, reviso cada lugar una y otra vez hasta que aparece el maldito en el mismo lugar que ya había revisado un montón de veces tal como si se estuviera escondiendo para tomarme el pelo, no hay caso, cada día vivo perdiendo el control remoto del aparato que necesito encender, lo termina por hacerme perder la calma. ¿Dónde demonios está ese maldito control?