viernes 26 de abril, 2024
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Maestro

Padre Martín Ponce de León
Por

Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín
Ponce de León
Con todo respeto utilizo el título sabiendo que la persona a la que hago referencia no posee nada que ver con quienes ejercen la abnegada tarea de la docencia.
Sucede que no lograba encontrar otro título para este artículo en el que pretendo acercarme a la manera de comportarse de una persona pero sabiendo no es únicamente suya tal conducta.
Ha asumido la actitud de, cada vez que habla, ponerse en una actitud dogmática con respecto a cualquier tema que surja en una conversación.
Su voz no es una más que puede ser escuchada sino que dicta cátedra desde lo que diga.
Él no opina sino que lo que plantea es para ser escuchado y asumido, lo suyo, como verdad absoluta.
No acepta cuestionamiento alguno a lo que dice.
Cuando toma la palabra lo hace con tanta lentitud y solemnidad que, parecería, es para que sus oyentes vayan copiando sus palabras.
Cada tanto expresa: “¿Me entienden, verdad?”.
Si el tema es fútbol él posee unas fuentes de información que nadie puede tener y, por lo tanto, merece ser escuchado.
Si el tema es el tiempo su experiencia y el acceso a informaciones exclusivas le permiten hablar de ello con una autoridad única.
Así podríamos ir citando diversos temas para llegar a la certeza de que no hay tema posible que no sea tratado por él con tantísima autoridad y sapiencia y, por lo tanto, necesita ser escuchado.
Sus palabras siempre poseen aroma a punto final sobre el tema que se ha estado hablando puesto que lo suyo no es una opinión sino el dictamen de una certeza.
Lo más grave es cuando se pone a exponer la metodología para realizar alguna actividad.
Indefectiblemente siempre aparece él en primera persona pero no para iniciar su ponencia desde su experiencia sino para ponerse como ejemplo de cómo se debe actuar. Siempre encuentra sobrados motivos como para ponerse de ejemplo y enseñar a actuar.
En oportunidades me pregunto qué sucedería si se llegase a escuchar y pudiese sentir el tono y el contenido de sus palabras puesto que, creo, sentiría vergüenza de escuchar a alguien hablar de sí mismo de esa forma.
Debo reconocer que cuando comienza a hablar poniéndose como ejemplo mi mente me dice: “No lo escuches ya que vos no eres él”
Desgraciadamente, ese bloqueo me sucede siempre que comienza a hablar de su actuar y desde allí enseñarnos a comportarnos ante las diversas situaciones de la vida.
No sé si tiene vocación frustrada de maestro puesto que siempre está enseñando pero con su actitud se transforma en maestro frustrado ya que posee algún oyente como yo.
Un alumno que ya no le escucha.
Un alumno que se cierra ante el solo hecho de ponerse a hablar o sentirlo explayarse sobre lo que debemos hacer y su modo.
Un alumno que, frente a su actitud, siente vergüenza ajena por su postura ante los demás.
Desde que le conocí mantiene dicha actitud y por lo tanto debo pensar que ya es parte de su forma de ser y no es una postura circunstancial.
Sin duda que usted ha de conocer alguien similar al que intento describir aunque ello lo haga de una forma grosera.
Usted ha de conocer a alguien que constantemente está “dando clases” sobre el tema que sea.
Son personas que no tienen interés en escuchar sino en ser escuchados. Son personas que no están interesados en ayudar sino en despertar admiración o reconocimiento hacia su persona.
Con su forma de ser no obtienen otra cosa que poner distancia con los demás puesto que se sienten y creen en una posición superior a los demás.