viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

Disfunciones sexuales: Una mirada no patologicista.

Por Myriam Puiggrós
Psicóloga, Educadora Sexual y Sexóloga Clínica
Las disfunciones sexuales han sido estigmatizadas y mal comprendidas durante mucho tiempo. Se ha tendido a patologizar variaciones “normales” en la sexualidad humana, lo que ha llevado a un enfoque negativo y estigmatizante cuando se experimentan dificultades sexuales.
Desde una mirada no patologicista hacia estas, es importante comprenderlas desde una perspectiva más amplia y considerando la diversidad erótica.
Comenzar reconociendo y celebrando que la sexualidad humana abarca un amplio espectro de experiencias y expresiones. Entender que lo que se considera «normal» varía de manera considerable entre las personas. La diversidad en las preferencias, los deseos y las prácticas sexuales, es algo natural y saludable. Por lo tanto, en lugar de centrarnos en la normatividad, debemos enfocarnos en el bienestar sexual y emocional de cada ser.
Las disfunciones sexuales son situaciones en las que una persona experimenta dificultades persistentes o recurrentes en una o más etapas del ciclo de respuesta sexual. Estas dificultades pueden incluir la falta de deseo sexual, dificultad para la excitación (dificultad en la erección, lubricación), problemas para alcanzar el orgasmo o el dolor durante las relaciones sexuales.
La clasificación de estas disfunciones es a partir de la concepción de una respuesta sexual que debe darse de determinada manera. ¿Y si esto no tuviera que ser así para considerarnos “capaces sexualmente”? ¿Y si la respuesta sexual válida fuera la propia, tan particular y única cuya expectativa en cualquier encuentro sexual entre personas fuera descubrir y redescubrir las posibilidades de los/as otros/as y las propias?
Desde un enfoque no patológico, en lugar de considerar automáticamente las disfunciones sexuales como trastornos o patologías, adoptamos una visión más amplia y comprensiva. Es imprescindible tener en cuenta que cada persona es única y que las experiencias sexuales y las necesidades pueden variar ampliamente. En lugar de etiquetar y medicalizar, debemos centrarnos en comprender las causas subyacentes y buscar soluciones que promuevan el bienestar sexual y emocional.
La educación sexual integral y la comunicación abierta son fundamentales para prevenir desde una perspectiva no patologicista. Brindar información precisa, comprensible sobre la diversidad sexual, las prácticas sexuales seguras y saludables, así como cuestionar nuestros prejuicios son pasos importantes para ayudar a las personas a comprender sus propias experiencias sexuales y buscar apoyo si es necesario.
El adoptar una mirada no patologicista implica priorizar que en la sexualidad lo fundamental es la capacidad de contacto íntimo con la/s otra/s persona/s y que las disfunciones tendrían que ver con la incapacidad de permitir que ese contacto se dé integralmente. No podemos simplificarlo en algo que ocurre en la cama entre los genitales. En mayor medida una dificultad en el plano sexual puede tener que ver con una manera de relacionarse, con bloqueos en la comunicación, con costumbres o información errónea que pueden no tener que ver con graves “patologías”. Podríamos vincular esto con la necesidad de autoconocimiento y entregarse a las sensaciones con menos solemnidad, dejando de lado los mandatos de por dónde, cómo, en cuantas etapas y con qué frecuencia debemos sentir y experimentar los orgasmos como un desenlace único de cada encuentro.