Por el Padre Martín Ponce de León.
Alcanza con dar una vuelta por la calle o acercarse a cualquier medio de comunicación para asumir que estamos en un tiempo teñido de política partidaria.
Resulta casi un imposible sustraerse a tal realidad por más que esta instancia sea a la interna de los diversos partidos. Una de las cosas que más llama mi atención, en esta instancia, es la cantidad de rostros jóvenes que hacen su irrupción en ese mundo que uno no comprende plenamente. No hablo de los candidatos a la presidencia puesto que ellos son rostros que ya tienen una determinada trayectoria puesto que necesitan ser conocidos a nivel país. Hablo, por sobre todas las cosas, de los candidatos al poder legislativo. Muchos son los que hacen sus primeros pasos en dicha aspiración. Quizás, para algunos, es la oportunidad de irrumpir en un mundo de posibilidades y de servicio. Quizás, para algunos, es la oportunidad de llegar a un lugar que otorgue poder o renombre. Vaya uno a saber lo que existe detrás de las aspiraciones personales de cada uno de los candidatos. Es un tiempo donde, por otro lado, se mira a los distintos políticos para solicitarles algún favor con la promesa de un voto futuro. Sin duda que llueven las solicitudes como, también, llueven las promesas. ¿Será por eso que, en el mundo de la política, existe tanto barro? El barro de promesas que no se piensan cumplir. El barro de adhesiones que no son reales. El barro de cercanías que no son tales o el barro de simpatías que no existen. Sin duda es un tiempo de incertidumbres y de encuentros que se realizan con la mano tendida. Mano tendida para ofrecer y prometer y mano tendida para presentar y solicitar. Sin duda es un tiempo donde se plantean solicitudes, personales o particulares, con la esperanza de ser tenidos en cuenta, por sobre colores partidarios. No faltan quienes mantienen una determinada simpatía partidaria y la misma va por sobre nombres o propuestas que, en algunos casos, no llegan a importar. Quizás, estos sean pocos, pero sin duda, aún existen y existirán siempre. Tiempo atrás era menos complicado de entender el tiempo de la política partidaria puesto que con una instancia todo se resolvía y ello hacía que surgieran diversas sorpresas con determinadas nominaciones. Hoy, con las diversas instancias, internas, nacionales (la posibilidad de una segunda vuelta) y departamentales todo se hace mucho más participativo, prolongado y desgastante. Este es un tiempo para escuchar y reflexionar. Es un tiempo para pensar y discernir. Es un tiempo donde la prisa en tomar decisiones no debería tener lugar como, tampoco, debería tener cabida la determinación no pensada o indiferente. En todos los grupos se han de encontrar personas movidas por rectitud de intención y, también, personas motivadas por intereses particulares, resulta imposible suponer que, entre tanto nombre en juego, todos y cada uno de ellos se motiven por idénticos intereses. Por ello es que es un tiempo para la reflexión y ella debemos realizarla con tranquilidad y responsabilidad personal. Son demasiados nombres como para dejarnos motivar por la indiferencia o el desinterés. Es tiempo de política y no podemos permanecer al margen ya que, como en cada tiempo, es mucho lo que hay en juego y debemos actuar con responsabilidad.
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