Apostolado de cercanía
Por el Padre Martín Ponce De León
Evangelizar es estar en cercanía. Sin ella resulta casi imposible cualquier intento evangelizador.
Mucho me llama la atención el hecho de que sea posible percibir la actitud de la cercanía por parte del común de la gente.
Sobradamente sé que no es una actitud fácil de tener puesto que implica mucho más que una simple presencia física en un determinado lugar.
Necesario se hace el llegar con el corazón abierto como para recibir rostros, nombres y situaciones. Llegar con el corazón abierto para permitir que ese “mundo” al que se llega pase a formar parte de “nuestro mundo”.
Es estar disponibles para escuchar y, por ello, jamás se gasta tiempo disponiéndolo para escuchar lo que se le quiera confiar. Nada de lo que se le confía resulta una pérdida de tiempo puesto que ello hace y dice de la realidad de esa persona con quien se dialoga.
Cercanía no es tener la posibilidad de solucionar problemas sino volverse receptor de los mismos e intentar entrar en sintonía con el mismo y, evidentemente, de ser posible, brindar una ayuda para solucionar tal problemática.
Para estar en una actitud de cercanía se necesita tener un inmenso corazón y saber mantenerlo siempre abierto y disponible.
Una de las cualidades más importantes de Jesús es la realidad de que sabía escuchar y, para ello, en cada encuentro con alguien estaba muy atento. La persona con la que se encontraba era la única persona con la que “debía” tratar. Parecía nunca tenía prisa por llegar a algún destino o estaba demasiado ocupado como para no prestar atención a alguien. Su tarea fue estar en una constante cercanía con quienes más le necesitaban. Y estos eran, generalmente, los más necesitados.
Los signos evangelizadores de Jesús son signos bien concretos que dicen del trato digno con el otro y, por lo tanto, sin prisa ni desdén. Jesús dignificaba al otro con su trato y no solamente con sus prodigios.
Se llegaban hasta Él y le solicitaban y ello no le incomodaba, sino que atendía algunos de tales reclamos. ¿Solucionó todos? Sin duda que no. Los relatos evangélicos nos acercan algunos de esos reclamos atendidos por Él, pero, sin duda, algunos enfermos continuaron siéndolos y los cementerios continuaron funcionando.
La cercanía requiere saber darse tiempo. No se logra establecer cercanía de un día para otro como, también, hay seres con quienes resulta imposible establecer cercanía puesto que la misma necesita de sintonía entre ambos y ello no depende, únicamente, de la buena disponibilidad de una de las partes.
Existen seres que poseen una cualidad particular para establecer cercanía con los demás y existen aquellos para quienes tal actitud resulta muy difícil de lograr. Tal condición no pasa por realidades físicas sino por “el don de gente” que alguien pueda poseer.
Para tener cercanía con los demás no se necesita de capacidad intelectual o económica. Se necesita, fundamentalmente, de una sensibilidad especial que hace que ello sea una manifestación de un sentir interior que lleva a involucrarse con la realidad de los demás.
El apostolado de la cercanía no se puede enseñar puesto que no hay materias que inculque sobre la esencia misma de tal actividad. Tampoco se puede tener como una técnica especial que pueda ser practicada puesto que es, fundamentalmente una postura de vida que se hace actitud y estilo de vida.