martes 26 de noviembre, 2024
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Hijos del rigor

Gustavo Varela
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Gustavo Varela

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Por Gustavo Varela
En la última columna que escribimos, comentamos de la amargura que teníamos, por el episodio del departamento de Artigas, pero que no podíamos dejar de hacerlo pues cuando hay un episodio no podemos mirar hacia los costados, y menos cuando son realizados por ex integrantes de nuestro colectividad política. Ante la corrupción tenemos que dar mensajes claros, no dubitativos, pues en caso contrario estaríamos confundiendo a la población.
Basta recordar al ausente intendente de Salto, cuando, habiendo colocado a su cuñada en los cuadros municipales, lo explicó diciendo que era apenas un puente que le había construido, mientras la cuñada conseguía trabajo.
Explicado de esa manera, es como minimizar la corrupción.
Y no sentimos a ningún frentista criticar dicha práctica, que además no era la primera.
Para no pasar por estos sinsabores, todos debemos de presionar a nuestros representantes políticos, para que trabajen sobre la creación de más controles en la actuación de las jerarquías departamentales y nacionales.
Y cuando hablo de controles, no quiero decir de la creación de obstáculos en el desarrollo de la gestión de gobierno, sino en la sanción que se debe de aplicar cuando hay desviación de la conducta de los gobernantes, de las normas jurídicas.
Hoy tenemos normas que prohíben determinadas conductas, pero que su violación no conlleva prácticamente ninguna sanción.
Pongamos un ejemplo.
Cuando un ordenador de gasto, llámese Presidente, Intendente, Ministro, Director departamental cuando están autorizados, llevan a cabo un gasto para lo cual no hay fondos disponibles, llevan a cabo una acción llamada reiteración del gasto, y gastan sin tener fondos.
Eso se remite al parlamento para que tome conocimiento, y allí muere todo.
Los jerarcas, como saben que esa práctica no conlleva ninguna sanción, gastan sin un mínimo del sentido de buena administración, como lo hace cualquier persona con los gastos de su casa.
Deberían de tener una norma que dijera que lo pueden hacer, pero, de hacerlo sin demostrar que se realiza por algo importante, la sanción es que se lo separe del cargo. Con eso se terminan todos estos problemas de los populistas, que gastan los dineros públicos, como quien lava y no tuerce, pues nadie los frena.
Así como les mostré ese ejemplo, existen una indefinida cantidad de situaciones, para poder poner sanciones repito, y no frenos a la actuación de los jerarcas.
Son normas de buena administración, que todas las personas la llevan a cabo, pues no tienen la posibilidad de llevar a cabo gastos sin dinero como quienes fungen de jerarcas, y si lo hacen son recursos propios, que no tienen que rendir cuentas.- En cambio los gobernantes, están administrando dinero que es ajeno, y por lo tanto lo deben de cuidar al extremo.
El ser humano, cuando actúa en nombre ajeno, debe de tener reglada su actuación.
Pero debe de tener bien claro, que el apartarse de las mismas, conlleva una sanción que le debe de resultar ineludible, y además, que debe de ser ejemplificante, para que aquellos, que tengan la intención de eludir las normas, sepan a lo que se van a enfrentar.
Allí se van a terminar todas estas conductas, que repito, todos los partidos los tienen, pero que en muchos casos, cuando ocurren, generalmente lo quieren minimizar ante la opinión pública.
El ser humano, es hijo del rigor, aunque no nos guste.