Por el Padre Martín Ponce De León
En nuestra vivencia cristiana necesario se nos hace el descubrir, vivir y compartir a Jesús. Para ello debemos llegar a Jesús.
Jesús es una persona y, por lo tanto, no podemos inventarlo, sino que debemos descubrirlo. Para que ello sea posible es que tenemos, como importante ayuda, la realidad de los relatos evangélicos.
Sin lugar a dudas no son textos para limitarnos a leer, sino que son, fundamentalmente, textos que debemos saber escuchar. Allí se nos relata la humanización de Dios y la propuesta de un estilo de vida que, deberíamos, hacer nuestro si es que deseamos ser fieles.
Todo lo de Jesús no pasa por cumplir sino por vivir de una determinada manera que debemos descubrir y asimilar. Cuando limitamos nuestra vivencia cristiana a un cumplimiento, cosa que no es muy sencillo, no hacemos otra cosa que empobrecer nuestra relación con Dios y con los demás.
La propuesta de Jesús es una realidad que nos plantea un estilo de vida que nos conduce a nuestra realización personal y ayuda a la transformación de esta realidad en la que estamos inmersos.
Por ello es que, llegar a Jesús, es todo un desafío que se nos plantea y que, muchas veces, no estamos dispuestos a asumir ya que es un algo que “nos complica la vida”
Llegar a Jesús es, siempre, comenzar por el intento de ser fieles a la voluntad de Dios. Esa voluntad a la que decimos “que se haga en la tierra como en el cielo”. La voluntad de Dios no es realizar lo que es de nuestro agrado sino lo que es de su agrado. Hay un autor que sostiene que el gran milagro de hoy no es el que Dios nos haga los gustos, sino que nosotros podamos hacérselo a Él.
Para poder conocer la voluntad de Dios debo introducirme en el mundo de la oración que no es, necesariamente, en un reiterar fórmulas, sino el poder escuchar a Dios que me habla desde lo cotidiano y a mi realidad personal.
Llegar a Jesús es animarnos a no quedarnos en una realidad interior, sino que es salir al encuentro de los problemas de los demás e intentar ayudar a que se ayuden. Llegar a Jesús es animarnos a salir a la intemperie para compartir la cercanía de Dios para con todos ya que ello es “la buena noticia” que Jesús comparte con nosotros.
La evangelización comienza con la humanización. Ello es parte de la esencia de la encarnación, de la vida toda de Jesús y, por lo tanto, de nuestro actuar de cristianos.
Los relatos evangélicos están escritos para despertar y motivar la fe. “Este libro ha sido escrito para que ustedes crean”. No son libros de historia ni de biografía. Son libros motivadores de la fe y, por lo tanto, de una postura ante Dios y los demás. Son relatos que debemos leer para respondernos a preguntas como “¿Qué me dice Dios?” “¿Qué quiere Dios de mí?” “¿Qué me está enseñando Jesús?”.
Cuando nos limitamos a saber lo que dice el texto, que hizo Jesús y su entorno, leemos pero no escuchamos. Leemos y ello no, necesariamente, nos ayuda a llegar a Jesús que, siempre, se nos acerca para que lleguemos a Él.
Llegar a Jesús es nuestra primera responsabilidad como cristianos. Él nunca se nos impone ni nos avasalla, nos respeta en el uso maduro de nuestra libertad, para que actuemos con responsabilidad y compromiso. Llegar a Jesús es crecer y madurar, es nuestra forma de realizarnos como personas por más que, en ello, muchas veces nos equivoquemos.
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