miércoles 12 de febrero, 2025
  • 8 am

Deshidratación por golpe de calor: una afección que afecta principalmente a neonatos y adultos mayores

La deshidratación y los golpes de calor son condiciones serias que afectan de manera significativa a la población adulta mayor. Ambas condiciones están estrechamente relacionadas y pueden tener consecuencias graves para la salud si no se abordan adecuadamente.
¿QUÉ ES LA DESHIDRATACIÓN?
La deshidratación se produce cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere, lo que lleva a un desequilibrio hídrico. En los adultos mayores, la deshidratación puede ser especialmente peligrosa debido a la disminución natural de la sensación de sed y la capacidad del cuerpo para retener agua. A su vez, es más frecuente que el adulto mayor posea un deterioro cognitivo que dificulta su concientización sobre la importancia de hidratarse y también, pueden tener limitaciones en su movilidad y déficit sensoriales que impiden su acceso rápido al agua. Su frecuencia puede aumentar en situaciones de calor intenso, enfermedades que causan pérdida de líquidos (como fiebre o diarrea), o si toman medicamentos que afectan la hidratación. Los síntomas de la deshidratación en adultos mayores pueden ser poco fiables e inespecíficos: sequedad en la boca, mareos, decaimiento, confusión, caídas y/o disminución de la producción de orina e hipercoloración de la misma.
¿QUÉ ES EL GOLPE DE CALOR?
El golpe de calor ocurre cuando el cuerpo no puede regular su temperatura interna, y la temperatura corporal se eleva peligrosamente con alta mortalidad (50% aproximadamente). Los adultos mayores son más susceptibles a los golpes de calor debido a la disminución de la capacidad del cuerpo para regular la temperatura y la falta de conciencia de los cambios ambientales. Durante una ola de calor, las temperaturas diurnas son sustancialmente más altas de lo que se espera normalmente en la región. A diferencia de un simple día caluroso, una ola de calor implica una persistencia de altas temperaturas durante un período prolongado, que puede oscilar entre varios días y varias semanas. Las personas con patologías respiratorias, insuficiencia cardíaca y/o insuficiencia renal son especialmente susceptibles a las olas de calor.
GOLPES DE CALOR
Los síntomas de un golpe de calor incluyen: fiebre alta (temperatura mayor a 40°C), piel caliente y seca, confusión, pulso rápido y fuerte, y posiblemente pérdida del conocimiento.
PREVENCIÓN
Hidratación adecuada: Una persona mayor de 55-70 kg. requiere en condiciones normales unos 2-2,5 lt. de líquidos al día (8 a 12 vasos de agua). Se debe fomentar la ingesta regular de líquidos, incluso si no sienten sed de forma regular y frecuente.
Monitoreo de la temperatura ambiente: Evitar la exposición prolongada a temperaturas extremas, especialmente durante olas de calor. Mantenerse en lugares frescos y bien ventilados.
Ropa adecuada: Vestir ropa ligera y de colores claros para reducir la absorción de calor. Utilizar sombreros y protector solar al salir.
Conciencia de la salud: Fomentar la autoconciencia y la atención a los síntomas. Los cuidadores y familiares deben estar atentos a cambios en el comportamiento y la apariencia física.