Largo viaje
Por Martín Ponce de León
Desde hace un tiempo anuncia la proximidad de su viaje.
“Dentro de poco no voy a venir más al comedor porque me voy a vivir a otro país”
Cuando alguien le pregunta por las dificultades que puede acercarle el irse a vivir lejos de su tierra él suele decir que un sobrino suyo vivió en ese país y le ha dicho que todo es más tranquilo que aquí. La única gran dificultad es el idioma pero su sobrino ya le está enseñando algunas palabras para defenderse al comienzo y luego lo irá aprendiendo.
El viaje le demandará dos o tres días para poder llegar a destino.
Desde hace tiempo anuncia su próxima partida.
Mientras tanto continúa con la normalidad de su vida y su disponibilidad.
A las 8, 15 ya está parado frente al portón esperando el mismo sea abierto a eso de las 10 de la mañana.
Sucede que no tiene, entre otras cosas, noción de las horas.
Pasa sus jornadas atendiendo a los pasajeros que, en la terminal, desciende de algún
taxímetro.
Allí escucha cosas que, luego, aplica a su realidad.
Así ha relatado viajes y enfermedades que, con el paso de los días, olvida o sana mágicamente.
Relata situaciones o lugares que, en su imaginación, ha vivido desde lo que pudo escuchar de algún otro viajero.
En un comienzo sus cuentos eran escuchados como situaciones que había vivido. Hoy ya todos saben que lo suyo es pura fantasía.
En un día logró vender 7000 huevos de pascua. Los llevó en su bolso, se instaló en uno de los bancos de la plaza y antes de media tarde ya había vendido todos.
Relatos por el estilo los realiza con absoluta seriedad por más que el mismo suene a imposible.
Es imposible pretender saber en qué momento habla en broma o dice alguna verdad.
Pero con este último viaje ha insistido durante mucho tiempo. Cuando alguien le preguntaba por el destino de su futuro viaje manifestaba su interés en conservarlo en secreto para que nadie fuese para el mismo lugar.
Tanto misterio me confirmaba que el viaje existía únicamente en su mente pero no faltaba quien acercase algún nuevo comentario realizado por el destinatario del futuro largo viaje.
Con el paso de los días ya todos fueron asumiendo el hecho de que aquel viaje solamente se iría a realizar en la fecunda imaginación de tal persona.
En oportunidades afirmaba se iría para no regresar nunca más y, en otras oportunidades, su viaje sería por unos cuantos meses únicamente.
Hace unos días le pregunté por su futuro viaje y me dijo que su sobrino, que había vivido allí, le había contado las maravillas del lugar y la tranquilidad con que allí se vivía por eso había decidido irse aunque le estaba costando aprender el idioma. Su destino era el país de Uruguay.
No supe cómo reaccionar ante su ocurrencia y me limité a manifestarle que había sentido hablar de ese país que queda tan lejos de nosotros.
Nada hay más poderoso que nuestra mente. Ella nos permite ahuyentarnos de la realidad o nos posibilita ver de ella, lo que nos conviene.
Mantener los pies sobre la tierra es todo un desafío que debemos saber vivir.
Por tener sobre la tierra, en oportunidades, nos encontramos con realidades que nos involucran y no son de nuestro agrado y debemos asumirlas y enfrentarlas.
No podemos vivir pretendiendo tenerlos sobre la tierra y mirar los trozos de realidad que nos convienen.
Tener los pies sobre la tierra es ser realistas aunque ello nos impida realizar un largo viaje para conocer el país de Uruguay.