Por el Padre Martín Ponce De León
Este artículo posee un único cometido.
Es el firme deseo de hacerles llegar mi deseo de unas Felices Pascuas.
Pascua es el comienzo del hombre nuevo.
Pascua es el firme propósito del comienzo de una realidad nueva.
Cada uno de nosotros, cuaresma y cuarentena mediante, hemos vivido cuarenta días de camino.
Un camino construido desde cosas cotidianas y el aislamiento.
Un camino plasmado en realidades muy nuestras y de este tiempo especial.
Un camino lleno de nuestra vida donde camina y anda el resucitado.
La resurrección de Jesús no es un algo ajeno a lo nuestro.
Jesús resucita y nuestra vida resucita con Él.
Jesús resucita y nuestra vida se llena de algo nuevo.
Es como si entrase a lo nuestro una poderosa corriente de aire fresco.
Ese aire fresco trae la novedad de la esperanza.
No es una esperanza utópica.
Es una esperanza con los pies sobre la tierra.
Porque esa esperanza es una realidad que nos involucra.
Jesús resucitado es nuestra esperanza.
La esperanza de un mundo mejor.
Pero no un mundo mejor porque sin más problemas.
Pero no un mundo mejor porque las dificultades de ayer se solucionan hoy.
Bien sabemos que así no funciona la vida.
La vida funciona desde la manera que nos posicionamos ante ella.
No debemos limitarnos a pasar por la vida.
Debemos asumir que cada uno de nosotros tenemos un rol que desempeñar.
Debemos asumir que las realidades de la vida son para enfrentarlas.
No podemos vivir evadiendo nuestra responsabilidad vital.
No podemos hacer de lo nuestro un huir de nosotros mismos.
La pascua nos ofrece una certeza: no estamos solos.
La vida pasa por nosotros para que, con la ayuda del resucitado, la modifiquemos.
Para que encontremos, en nosotros mismos, la fuerza como para, siempre, poner lo mejor de nosotros al servicio de los demás.
Para que tengamos la capacidad de brindarnos desinteresadamente para hacer que el bien común crezca entre todos.
Para que descubramos que en nuestras manos tenemos las herramientas que nos ayudarán a ser, día a día, mejores personas.
El mundo cambiará en la medida que nosotros cambiemos.
Él está vivo para transitar por nuestra historia ayudándonos a modificarla.
Transformándola en la interminable oportunidad de ser útiles realizándonos como seres humanos.
Ello no es una realidad lograda sino una tarea por lograr.
Por ello es que es una gran esperanza.
Una esperanza que se hace en y con nosotros.
Nada, nadie, que vive al resucitado no siente la necesidad de alimentarse de la esperanza.
Para siempre seguir adelante buscando por caminos nuevos sin estar satisfechos con lo logrado.
Porque vivir al resucitado es, siempre, buscar hacer de la vida un constante intento de vivirlo un poco mejor.
Vivir al resucitado es nunca repetirse.
Es tener en las manos su Buena Noticia que se hace vida y se comparte.
Pero yo no pretendía hablar de esto.
Quería, simplemente, hacerle llegar mi augurio de una Feliz Pascua de Resurrección.
Con todo lo que ello implica.
Con todo el contenido que usted quiera ponerle.
Por eso…………. para usted……… FELICES PASCUAS.
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