viernes 22 de noviembre, 2024
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4 de octubre de 1828 ¡Por fin libres!

Leonardo Vinci
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Leonardo Vinci

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Por Leonardo Vinci.
Ha escrito Pivel Devoto que «La resistencia a la invasión portuguesa- difícil desde un principio- parecía en 1817 una locura infructuosa» y que Rivera «combatió a los portugueses, sometiéndose a fines de 1820 cuando la resistencia fue imposible.»
Habiendo perdido toda esperanza- cita Marta Canessa las notas biográficas de Rivera- ya que para proteger a sus paisanos «sólo se cuidó de hacer menos terribles sus desgracias, interponiendo su influjo para con los opresores y aprovechándose de él para romper algún día la cadena.»
Llegada la paz, Don Frutos y todos los capitanes de Artigas, (Lavalleja y Oribe incluídos) pasaron a servir como «Dragones» con el uniforme portugués en la «Provincia Cisplatina».
Tiempo después, el 19 de abril de 1825, cuando Lavalleja considera que ha llegado la hora, desembarca en el suelo patrio con los 33 Orientales y se produce el encuentro con Rivera.
Éste le cuenta a su amigo Julián de Gregorio Espinosa en una carta escrita el 19 de setiembre de 1826 sobre lo ocurrido «el día que nos dimos las manos en la barra de Monzón con aquel héroe». Don Frutos le dice a su confidente que en el año 1825, tenían con el General Lavalleja «un plan que habíamos convenido mucho antes del desenrollo del Brasil y que no había tenido efecto por acasos que suceden, pero que yo le había seguido y esperaba una oportunidad.»
Tras el «abrazo del Monzón», los compadres juntos comienzan la gesta gloriosa.
Rivera vence en Rincón y ambos generales destruyen al invasor en Sarandí, «sable en mano y carabina en la espalda».
Alejados por desavenencias, Lavalleja integra las fuerzas del ejército republicano en la batalla de Ituzaingó. Traversoni nos dice que luego de la misma «Todo indicaba un equilibrio que hacía imposible, o por lo menos muy difícil, una solución militar. Quedaba abierto el camino para una solución política, negociada a través de la mediación diplomática.»
Entonces, El 21 de abril de 1828, contra viento y marea, el General Fructuoso Rivera no esperó nada de nadie, sacó fuerzas de flaquezas, y se dijo: «Pues sólo con mis elementos, me basto y sobro para la empresa» e inició la conquista de las Misiones.
Diría José Enrique Rodó «Para quien cale más hondo; quien sea capaz de llegar al alma de los hechos históricos, percibirá que la significación de la conquista de las Misiones es inmensamente mayor, a punto de que no hay, en el transcurso de los acontecimientos que se abren con la cruzada de 1825, página que más sin reserva podamos vincular al hecho de nuestra definitiva independencia, de nuestra constitución como nacionalidad.»
Lo cierto es que con la ocupación de las Misiones, la independencia del Uruguay queda definitivamente sellada .
La prueba irrefutable surge de los archivos del Foreign Office donde pueden encontrarse los documentos que así lo testimonian.
El diplomático británico Lord Ponsomby- mediador entre el gobierno de Buenos Aires y el Imperio de Brasil- le escribe a Lavalleja el 31 de agosto de 1828: «La independencia absoluta del país nativo de V.E. es reconocida y el establecimiento de su gobierno y constitución dejado absolutamente en manos de su mismo pueblo. A la República no se le exige ningún sacrificio, ni ninguna concesión (…) Sobre uno de estos arreglos deseo llamar la atención particular de V.E. Es aquel que establece la inmediata desocupación de las Misiones por las tropas (…) del General Don Fructuoso Rivera… Puedo informar a V.E. que si este punto no hubiera sido concedido por los plenipotenciarios republicanos, la paz no hubiera podido jamás realizarse… Confío por tanto, que se darán órdenes inmediatamente para la evacuación de las Misiones. Sobre este punto sólo tengo que repetir lo que antes he dicho, que, si las Misiones no son evacuadas, todavía habría que combatir por la independencia de la Banda Oriental, Montevideo no sería evacuada por los brasileños y la guerra podría durar todavía por un espacio indefinido.»
Finalmente, el 4 de octubre de 1828 en Montevideo, las naciones firmantes canjearon las ratificaciones del tratado.
Tras años de luchas y sacrificios de los orientales, nacía el País independiente.
¡Gloria a Rivera y a los que lo hicieron posible!