domingo 22 de diciembre, 2024
  • 8 am

Los pozos de la ciudad

Gustavo Varela
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Gustavo Varela

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Hernandez

Por Gustavo Varela.
“Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta. Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes… pero pozos al fin. Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra”.
Así comienza Jorge Bucay, uno de sus afamados cuentos titulado “La ciudad de los pozos”.
“Así me siento yo, expresó mi vecino, cuando circulo por la ciudad con mi automóvil”
Y es tal cual como me lo expresó.
Circular por las calles de Salto se ha vuelto una peripecia infernal, y como lo expresa Bucay, los pozos son “Pozos vivientes… pero pozos al fin”.
Históricamente el departamento de Salto había sido famoso en todo el país, por el pavimento de su ciudad y por la forma en que se mantenía.
Pero, las urgencias “electoreras” de los últimos Intendentes, hizo que todo aquello que habían construido con mucho esfuerzo los Intendentes como Malaquina y Minutti, por decir los últimos grandes ejecutores de obras que redundaron y redundan en beneficio de la gente, terminara más agujereado que la calles del cuento de Bucay.
¿Qué ha pasado con los últimos departamentos de obras de Salto, que han dejado y dejan venir a la caminería urbana y rural, al deplorable estado en que se encuentra?
Al circular por la Avenida Barbieri es como subir en una montaña rusa de cualquier parque de diversiones del mundo, por la forma en que se mueven los vehículos por lo sinuoso que se ha vuelto el hormigón, a mas de que a todos los panes les falta el suficiente tapa-junta, que lleva a que las cubiertas se cuadren fácilmente.
Mientras tanto, el Intendente, disfruta de los pavimentos de los diferentes departamentos que recorre en su larga y costosa campaña electoral, que se ha embarcado ya hace casi 2 años.
Ni hablar de lo que fueron los paradigmáticos kilómetros de construcción de la Avenida Apolón, que la tuvieron que rehacer apenas había sido terminada, como así también no se puede dejar de recordar la entrada de la Avenida Manuel Oribe, a la que se le sigue enterrando recursos de los salteños.
La caminería rural, es un tema crónico, tan crónico, que se hubo de suspender un Congreso Mundial de la raza Aberdeen Angus, que se iba a desarrollar en unas de las cabañas de punta del Uruguay, porque las camionetas no podían acceder al mismo.
¿Increíble, no?
Y si a eso le agregamos los “rompemuelas” que quien dirige (¿?) el tránsito del departamento, ha puesto en infinidad de esquinas, los que tranca el tráfico y destroza amortiguadores, rótulas y elásticos, las calles de nuestra ciudad son un calco de las del cuento de Bucay.
¿Es imposible tener gente que pueda pensar en facilitar el tránsito?
¿Es imposible tener gente que trabaje para dejar el sistema de caminería del departamento, tanto en lo urbano como en lo rural, en mínimas condiciones de circulación?
¿Es tan difícil pensar?