Por Cecilia Eguiluz
El pasado domingo se realizó la segunda vuelta de las elecciones en Argentina, sin duda era incierto el resultado y a mi entender cualquier de los dos candidatos tenía chance de ganar, algo que se desprendía justamente de las elecciones previas. Massa tenía la estructura de gobierno, el apoyo Peronista, en un país donde casi todos comparten esa ideología, y además la movilización que de por sí generaba el kirchnerismo. Por otro lado quien hoy es el Presidente electo, Milei, se presentaba como la gran esperanza del cambio y venía logrando una gran adhesión individual de millones de personas.
Podía preverse un final abierto, pero por el contrario se dio una amplísima mayoría a favor de Milei, más de 10 puntos porcentuales lo separaron de su contrincante, por lo que podemos decir que “arrasó” en las urnas.
Quiero destacar el gran rol que cumplieron los denominados “fiscales electorales” que vendrían a ser en nuestro país algo similar a los “delegados” partidarios. A la luz de los acontecimientos, me parece que fue clave el rol que cumplieron en la defensa y cuidado de los votos para el cumplimiento real de la voluntad popular. Sin dudas los delegados o “fiscales” tanto generales como de mesa, son vitales en cualquier elección, pero reitero, queda la sensación de que en esta instancia electoral Argentina fueron, además, determinantes para garantizar la normalidad del acto eleccionario y el resultado.
Seguramente el fenómeno “Milei” va a ser objeto de muchos análisis políticos de gran valor, pero yo quiero compartir con ustedes un concepto muy sencillo, y es que la gente se cansa.
Como vecinos de los argentinos estamos en conocimiento de la situación de ese país tan rico y poderoso, pero en el cual millones de personas viven en la más absoluta pobreza y la clase media trabajadora debe luchar para llegar a fin de mes. Hemos sido testigos, en parte, de la difícil situación que atraviesan por las políticas económicas, por los nefastos gobiernos que han tenido, pero también por el histórico asistencialismo y sus efectos. Hace un tiempo escribía en mi tesis de maestría para la Universidad española de Alcalá de Henares, que la pobreza es la forma de esclavitud moderna y que el asistencialismo es la herramienta que utilizan los gobernantes para aplicarla.
Hoy parece ser que en Argentina muchas personas pudieron romper esas cadenas y dejaron de seguir a quienes los tenían subyugados a través de planes, tarjetas o canastas.
Ahora tendremos la posibilidad de ser espectadores del desempeño de este nuevo presidente, que parece tener ideas muy claras y radicales, pero no parece tener tan claro como hacerlas efectivas.
El cansancio de la gente ante la terrible situación en la que está viviendo y la esperanza de un cambio permitió un giro radical, al menos así se ve en el discurso. Pero, creo que hay que estar en situación de expectativa, porque el nuevo presidente no conoce cómo gobernar y sin duda Argentina es un país enorme y lleno de complejidades.
El pueblo argentino tenía una difícil decisión el pasado domingo, seguir como estaba, mantener a los que ya los gobernaban o cambiar. Cambiar a algo que puede no ser tan seguro, pero al menos es diferente y en esa diferencia vieron la esperanza. Los argentinos estaban cansados de “la casta” como dice Milei, yo diría cansada de “los de siempre”. Ojalá el pueblo argentino tenga políticos a la altura para poner primero a su gente, porque si a ese país le va bien, a nosotros también.
Como dije antes, tenemos la posibilidad como uruguayos y vecinos, de ser espectadores en primera fila de este cambio, y le deseamos al Pueblo argentino y su nuevo gobierno lo mejor.
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