Por Melisa Ferradini
Mariana Capote es Arquitecta. Cree firmemente en el poder transformador del entorno físico en nuestras vidas y cómo puede influir en nuestro estado de ánimo, nuestra energía y nuestra conexión con los demás. Durante casi dos décadas, ha tenido la increíble oportunidad de explorar y aprender en diversas disciplinas como el Diseño de Interiores, la Arquitectura y el Feng Shui, entre otras. A eso se le sumó un par de factores que no ha dejado de lado, el primero es que proviene de una familia donde la medicina estuvo en su día a día. El segundo factor fue el diagnóstico de Demencia Fronto-temporal de su padre en 2010, que le sirvió como estímulo para explorar de manera más profunda cómo los entornos físicos influyen en nuestras experiencias, emociones y comportamientos. Sin embargo, fue en el año 2018, en su nuevo rumbo profesional, descubrió un fascinante mundo: la Neuroarquitectura, una disciplina que combina las neurociencias con la arquitectura. En esta entrevista con CAMBIO, Mariana nos comparte su pasión y conocimientos para crear lugares que generen un impacto realmente positivo en la vida.
-¿Qué es la Neuroarquitectura y cómo surgió su interés?
-La Neuroarquitectura representa un enfoque interdisciplinario que busca comprender cómo el entorno construido impacta la actividad cerebral, influyendo así en el comportamiento y el bienestar de las personas. Aunque la terminología precisa sería «Neurociencia aplicada a la arquitectura», utilizamos «Neuroarquitectura» de manera coloquial, englobando las neurociencias, la psicología y la arquitectura. Comencé a interesarme primeramente con el Feng Shui, en el año 2001, cuando cursé mi formación como Diseñadora de interiores, donde exploré la conexión entre las personas y su entorno. Luego curse arquitectura mientras trabajaba en un estudio reconocido, y en el 2018 ya comenzando mi desarrollo profesional de forma independiente es que me encuentro con la Neurociencia aplicada a la arquitectura.
-¿Cómo responde nuestro cerebro a los espacios?
-Nuestro cerebro responde de manera significativa a los entornos a través de los órganos sensoriales. La información ambiental es procesada por nuestro sistema nervioso, transformándola en sensaciones que están intrínsecamente conectadas con nuestras emociones. Esto va más allá de factores tangibles como materiales y formas, aspectos no tangibles como la calidad del aire y el sonido también influyen. Comprender estas respuestas nos capacita a diseñar lugares sensorialmente enriquecedores, influenciando positivamente en nuestras vidas.
-¿Qué ventajas o aportaciones cree que puede tener esta perspectiva?
-La Neuroarquitectura ofrece la posibilidad de diseñar espacios que optimizan el bienestar mental y emocional. Al considerar la respuesta cerebral a los entornos, podemos planificar estímulos específicos y crear lugares que fomenten la productividad, la relajación y la conexión social. Este enfoque alinea el diseño con las necesidades humanas, considerando al individuo como un componente activo dentro de un entorno en evolución continua.
-¿Cómo se puede transitar a una arquitectura o urbanismo que incluya esta modalidad?
-La transición hacia una arquitectura y urbanismo basados en la Neuroarquitectura implica un enfoque cuidadoso que integra la investigación y los principios de diseño cognitivo desde el inicio del proceso creativo. Inicialmente, se prioriza la comprensión profunda de las respuestas cerebrales a los entornos construidos, aplicando conocimientos científicos para guiar la concepción de los espacios. Es importante destacar que no se puede seguir una fórmula predefinida ya que cada proyecto es único. No se trata simplemente de aplicar pasos mecánicos, sino de comprender profundamente el funcionamiento del cuerpo, el organismo y la etapa cronológica que atraviesa cada individuo.
-A través de la arquitectura. ¿Podemos encontrar calma y bienestar?
-Sin lugar a duda, la arquitectura puede desempeñar un papel fundamental en la creación de espacios que promuevan la calma y el bienestar de manera tangible. Al personalizar el diseño según las preferencias individuales y aplicar principios específicos de Neuroarquitectura, como la selección cuidadosa de materiales, la manipulación de la iluminación y la consideración de la disposición espacial, podemos lograr entornos que están científicamente diseñados para reducir el estrés. La integración de elementos como colores suaves, texturas reconfortantes y sonidos armoniosos se traduce directamente en respuestas fisiológicas positivas, como la reducción del ritmo cardíaco y la relajación muscular. Estos espacios están diseñados no solo para cumplir funciones prácticas, sino para crear experiencias sensoriales positivas que contribuyen de manera significativa al bienestar emocional y físico de quienes los ocupan.
-Nuestro hogar es el lugar donde pasamos la mayoría del tiempo de nuestra vida. ¿Para usted que herramientas extrae de la Neuroarquitectura para lograr el espacio ideal?
-Extraigo herramientas de la fenomenología arquitectónica, considerando aspectos sensoriales, emocionales y culturales en el diseño. Un ejemplo concreto en una vivienda podría ser la forma en que se diseñan y experimentan los espacios de transición, como pasillos y entradas. En lugar de ver estos espacios simplemente como corredores para moverse de una habitación a otra, un enfoque fenomenológico consideraría cómo la luz, la textura, la escala y otros elementos afectan la experiencia subjetiva de caminar por esos espacios. En ese mismo ejemplo de la vivienda, con un pasillo se incorpora luz natural suave, colores cálidos y materiales táctiles agradables. Este diseño no solo cumple la función práctica de conectar habitaciones, sino que también crea una experiencia sensorial agradable. La luz natural puede cambiar a lo largo del día, creando variaciones en la atmósfera de ese espacio. Los colores y materiales pueden evocar sensaciones de calidez y comodidad.