viernes 22 de noviembre, 2024
  • 8 am

¿Cómo viven?

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín Ponce De León
Sin lugar a dudas es una de las realidades que me gustaría poder entender.
La mañana se presentaba particularmente fresca. Había llovido durante la noche y el cambio de temperatura era notorio.
Venía cantando una conocida canción con una voz que dejaba mucho que desear. A él solamente le importaba su canto.
Se llegó hasta el lugar en que me encontraba y saludó.
Le ofrecí un cigarrillo y lo tomó con mano temblorosa. En realidad, todo su cuerpo era un prolongado temblor.
Su mano rozó mi mano al tomar el cigarro y manifestó: “Tiene la mano calentita. Que bendición”
Le alcanzo el encendedor y vuelve a tocar mi mano. “Está bien calentito”
Enciende el cigarrillo y me dice mientras me acercaba su brazo: “Toque mi mano”. Era evidente que tenía la mano helada. “Estás helado, muchacho” le dije.
“Anoche llovió. Mire mi buzo” Hice lo que me decía y pude comprobar que estaba mojado. “No había forma de no mojarse allí”
Es uno de los que suelen dormir en la puerta del templo y era evidente que la lluvia lo había castigado. Conversamos un algo más y antes de marcharse me agradeció el cigarrillo. Yo lo saludé y le digo: “Ojalá nunca dejes de cantar lo de Jaime Roos”
Detuvo su marcha. Me miró y esbozó una sonrisa. Se puso a cantar la canción que hace un rato venía entonando. Al terminar su canto me señala y dice: “Para usted”
Minutos después, al entrar al templo, lo veo acostado sobre el piso de baldosas, durmiendo.
No podía creer ya estuviese durmiendo. Su ropa estaba mojada. Hacía un momento estaba cantando en la vereda de enfrente. Ahora dormía ajeno a todo lo que le rodeaba.
En oportunidades le he visto durmiendo sobre unos cartones lo que hace que el frío de las baldosas no llegue hasta ellos. Él no tenía ningún cartón. Simplemente se había tirado al piso y dormía.
Me ponía en su lugar y me resultaba imposible verme durmiendo en su situación.
Sin lugar a dudas que el hecho de haber cruzado la calle no le había quitado el frío que experimentaba minutos antes.
El frío de las baldosas debería llegar hasta él ganándose, aún más, en su cuerpo.
Muchas veces he pasado frío y ello me impedía dormir por más que me encontraba acostado y envuelto en alguna manta. Él dormía profundamente.
Pensaba en su ropa mojada y me preguntaba cómo respondería mi salud en una situación similar. Sin lugar a dudas despertaría enfermo o con algún resfrío importante.
A él nada de ello le importaba.
Sé que el ser humano puede acostumbrarse a convivir con situaciones adversas, pero, creo yo, todo tiene su límite.
Sé que es relativamente fácil acostumbrarse a convivir con privaciones, pero, no ha de ser sencillo hacerse inmune a los quebrantos de salud. Solía decir, en broma, que cuando “el covid” se encontraba en una misma vereda con algunos personajes cambiaba de vereda. Hoy me pregunto si no tendrán una suerte de inmunidad que uno, desde su ignorancia, no llega a saber.
Al terminar la eucaristía volví hasta la puerta y él continuaba durmiendo.
Tal vez el cansancio de una noche donde la lluvia le tuvo a mal traer le hacía saberse muy cansado pero igualmente… ¿Cómo viven?