Por Pablo Perna
Domingo de almuerzo en familia entre varios temas de diferente índole me asombró un comentario el que fue compartido por la mayoría: “que bien que estuvieron la Argimón y Ache en las designaciones como embajadoras”. Uno que conoce la interna y como se manejan los códigos políticos para las designaciones de cargos, a primera vista no se puede tomar otra actitud de desaprobación y poder explicar que claramente se ha tratado de una maquiavélica maniobra del Frente Amplio, que indudablemente contó con la complicidad de sus protagonistas.
¿Qué se oculta detrás de estas designaciones? El tratarse de dos mujeres elegantes, intelectuales, bien posicionadas económicamente y de alto perfil político, una colorada y otra blanca, que en su momento fueron fuertemente cuestionadas por el Frente Amplio y hoy ser designadas por ese partido para pasar a ocupar lugares de honores, con sueldos que rondan los U$S 11.000 mensuales, más gastos de representadas y por cinco años, una en Portugal y otra en la UNESCO con sede en París, indudablemente despierta estallidos emocionales de todo tipo. Se suma al debate que en el caso de Argimón era la mano derecha del ex presidente, por ese motivo fue la vicepresidenta de la República, pero acepta la designación sin consultarlo a su líder Lacalle Pou y en el caso de Ache luego de haber sido manipulada y obligada a mentir por el mamarracho del ex ministro Bustillo, ahora en venganza ocupará el lugar que anhelaba el ex canciller y le fue negado.
Históricamente el partido que gana y gobierna otorga al partido político que perdió cargos en el gobierno, no por buenos, sino porque así lo establece la Constitución de la República. De esta manera Orsi ha otorgado a la oposición 40 cargos, 22 para el Partido Nacional, 14 para el Partido Colorado, 1 para Cabildo Abierto y 1 para el Partido Independiente. Luego en la interna de cada partido se designan a aquellas personas que ocuparán dichos cargos. Está claro que entre los 40 cargos dados por Orsi, la Colación Republicana no valoró la trayectoria y experiencias de Ache y de Argimón para ocupar dichos cargos, estos extremos debieron de haber impulsado la decisión de ambas en aceptar los cargos inconsultamente de sus respectivos partidos.
Graciela Bianchi fue la primera senadora nacionalista que salió a fustigar a su compañera afirmando: “si hago un favor y me pagan con un cargo, eso es no tener dignidad”. Esta semana se reunió el Directorio del Partido Nacional y sabiendo que se trataba de una jugada astuta del Frente Amplio para enojar a la oposición y tapar los escándalos del Instituto de Colonización, terminaron aceptando la designación. En el Partido Colorado en relación a Ache no tuvo el mismo resultado, sino que se solicitó al Presidente Orsi que retire la designación y no la mande al Senado; el Frente Amplio no acusó recibo, pero a decir verdad para aprobar las respectivas venias se requieren mayoría simple de Senadores y el Gobierno tiene las mayorías requeridas.
El Canciller Lubertkin con una supina soberbia defendió las designaciones, afirmando: “los nombres se eligieron bajo el criterio de enviar al exterior un equipo conformado por personas de diferentes culturas, no diferentes partidos políticos». Así las cosas nos cae muy bien Ache, más que Argimón, por lo que no hacemos juicios de valores, sino simplemente explicar los motivos estratégicos utilizados por el Frente Amplio y las razones de las diferentes reacciones de los colorados y blancos.
