Por Gustavo Varela
El domingo pasado me apresté a mirar la dilucidación del campeonato intermedio del uruguayo de fútbol y apenas comenzado, otra vez, por enésima vez, la irracionalidad le gana a un espectáculo y ocho idiotas empañan lo que debería ser una fiesta deportiva.
Ocho idiotas, diferentes a los ocho idiotas de la garrafa y a los ocho idiotas de…, y el tiempo va pasando y la gente, quienes deberían de disfrutar de un momento de distención y disfrute, piensan cada vez más en dejar de concurrir a los mismos.
Desde el lunes nos abruman los noticieros con noticias de reunión con las más altas jerarquías del gobierno, con las más altas jerarquías de los clubes y quienes también acompañan, las más altas jerarquías de la Asociación Uruguaya de Futbol.
Si seguían acumulando altas jerarquías, llegaban a la estratósfera.
Con toda seguridad pasarán los días y todo se olvidará, hasta que tengamos algún otro espectáculo de importancia y volvamos a empezar.
A esta altura estoy convencido que el problema no son los ocho idiotas, recurrentes en cada espectáculo, sino por el contrario, es un problema de los que no se caracterizan por ser idiotas y en cambio se manejan en las alturas, o sea, los dirigentes.
Pero tampoco le achaquemos todas las culpas solamente a los dirigentes del futbol, pues es un problema más bien general, de todos quienes fungen en cargos dirigenciales.
Todo el mundo quiere ocupar los cargos dirigenciales, todos quieren cobrar los ingresos de jefaturas, todos quieren ejercer los derechos dirigenciales, pero nadie quiere ejercer las responsabilidades que conllevan las jefaturas que básicamente es ejercer la autoridad, defendiendo el interés de la organización que se representa.
Planificar, ordenar, mandar, corregir, sancionar si es indispensable, son tareas que nadie quiere llevar a cabo, pues se puede quedar mal con quienes son los subordinados.
Los jefes quieren ser los amigos de los subordinados, o de quienes dirigen y por lo tanto es un permanente “laisse faire” el dejar hacer en español.
Basta observar en cualquier actividad, tanto pública o privada, y son muy fáciles de detectar.
A medida que pasa el tiempo nos cuesta encontrar gerentes, capataces, jefes, directores etc. llámese como se llame, que ordenen, manden, dirijan etc. para que se cumplan con los objetivos de las organizaciones y es por eso que da la impresión que todos los ámbitos de actividad son tierra desolada, donde nadie se hace cargo de las responsabilidades que conllevan los cargos.
Ojalá que no, pero con toda seguridad las medidas anunciadas por el Ministro del Interior sean apenas efectivas por un tiempo y luego retomaremos la senda de los mismos problemas.
Y esto porque, repito, el problema no es encontrar ideas, el problema es no encontrar ejecutores de las ideas, que muchísimas veces son ideas antipáticas que nadie quiere tomar.
Ojalá encontremos en todos los ámbitos, quienes sean capaces de tomar decisiones responsables sin tener miedo a que sean duras.
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