viernes 19 de abril, 2024
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Juan Carlos Abarno: salteño que brinda conferencias mundiales sobre investigaciones en la odontología

Por Julio Aguirrezábal
Tiene 81 años, está casado con Sara Bortagaray (ya cumplieron las bodas de oro), tiene 4 hijos que le dieron 11 nietos. Sus hijos son tres varones y una mujer. Dos de los varones, Rodrigo y Santiago, continúan su profesión, son Odontólogos, el tercer varón, aunque no está en el mismo camino, se encuentra vinculado a la Clínica ya que es Licenciado en Administración de Empresas, mientras que Irene se encarga de la administración y del marketing. El compromiso de Clínica Abarno es brindar el nivel más alto de atención en todas las especialidades odontológicas, atendiendo las necesidades de toda la familia; por esto cuenta con un staff profesional altamente capacitado y especializado en las diferentes áreas de la Odontología.
Actualmente catedrático y profesor del curso para graduados de implantes de la Universidad Católica del Uruguay, ex presidente de la Academia Latinoamericana de Óseo Integración. A 55 años de su inicio como odontólogo, Abarno dialogó con CAMBIO y cuenta las satisfacciones que le ha generando una profesión que aún abraza en forma activa.


-Hoy en día reconocido, no solo en Uruguay, sino en todas partes del mundo. Brinda conferencias y asiste a congresos internacionales. ¿No perdió nunca la motivación en tantos años?
-No, me sigue gustando y sigo teniendo curiosidad y ganas de seguir aprendiendo. Nuestra profesión tiene esa virtud, para ser un buen profesional en odontología, que es tan cambiante y ha evolucionado tanto, hay que estar estudiando continuamente, porque todo evoluciona. Lo que yo estoy haciendo ahora, por ejemplo, no tiene absolutamente nada que ver a cuando me recibí, es más, una persona que se recibió hace 8 o 10 años atrás, estudió algo totalmente diferente a lo que actualmente se hace. Quizás sea todo muy diferente también de aquí a 10 años más.
-Hoy en día tiene una clínica reconocida a nivel nacional e internacional, atendiendo a personas del extranjero. Eso no se logra de un día para el otro. ¿Cómo comenzó todo? ¿Cómo se componía su familia?
-Mi padre era un comerciante (NR: fue intendente interino de Salto en al año1975, supliendo a Don Ramón Vinci), siempre me ayudó mucho en mis comienzos. Mamé su ejemplo de esfuerzo, tenía una panadería y yo lo veía levantarse todos los días a las 5 de la mañana para trabajar.
Comencé con un consultorio pequeño, lo fui agrandando a medida que transcurría el tiempo, siempre pensé que lo mejor era realizar los trabajos de la mejor manera posible. Recuerdo que tenía un profesor en los primeros años de mi carrera, y él me dijo algo muy simple que me quedó grabado y trato de transmitir a mis hijos: “En la odontología hay cosas que son de estudiar, otras se expresan escritas u orales, pero hay cosas también que se demuestran haciéndolas”. Mi profesor se refería a eso, lo que hay que hacer técnicamente con las manos y me decía: “siempre trata de hacerlo lo mejor posible, al principio te dará trabajo, pero llegará el momento que el mismo trabajo te llevará el mismo tiempo hacerlo de forma excelente que hacerlo más o menos. Nunca hagas algo a medias”. Esa fue un poco mi filosofía, lo pienso y me gusta.
-Usted cerró el círculo de la odontología integral, realiza todo el proceso en la clínica.
-Sí, a mí siempre me gustó el laboratorio, eso es un poco diferente a los planos de estudios actuales, cuando me recibí nos enseñaban a ser laboratoristas dentales, esa parte siempre me gustó mucho. Los trabajos los hacía yo mismo para mí mismo, después de eso al comenzar a tener más trabajo, tuve empleados que los fui formando yo mismo, con la ventaja de poder supervisarlos. Hoy el laboratorio se ha convertido en algo digital, mis hijos comparten la misma visión de odontología que yo, hemos avanzado en la odontología digital, hacemos todo dentro del círculo de la clínica, no tenemos necesidad de hacerlo fuera, ellos son más jóvenes y la parte digital les gusta mucho, a eso se debe el gran avance, de esta forma es todo más rápido y más preciso.
-La clínica cumple 55 años, están en pleno festejo. Supongo ha tenido casos en los que atendió a más de una generación.
-Sí, claro, nos pasa que tenemos pacientes de la cuarta generación de una familia, hemos atendido no solo al abuelo, sino que hasta el bisabuelo.

“La estética ha avanzado mucho y hoy es
motivo de consulta en la nueva odontología”

-Históricamente la gente ha postergado la salud bucal, no la prioriza. Si tiene un sangrado nasal se preocupa mucho, pero en caso de tener un dolor de muelas con un analgésico basta y después se ve que pasa.
-En parte era así, viene cambiando. Ya no todo el mundo piensa así. Actualmente tomaron conciencia, además con tanta difusión, hoy en día hay mucho interés en la estética. La odontología ha avanzado mucho en la parte estética, no solamente en patologías, la estética es una rama importante de la odontología y en eso han surgido avances muy importantes. La estética hoy es motivo de consulta permanente en la nueva odontología.
-A veces solucionar un problema bucal le cambia la vida al paciente.
-Claro que sí, muchos, porque en general las personas pueden tener problemas odontológicos que no son tan graves, pero hay problemas, incluso cuando hay pérdidas de dientes, dónde se vive muy mal. Cuando comenzamos los primeros tratamientos de implantes, -fuimos los primeros en Uruguay en comenzar a hacer implantes-, me acuerdo que mi señora, que es Psicóloga y me acompañó a Suecia, donde yo estudié, y me ayudó mucho en cuanto a la importancia que para algunas personas le dan a un problema bucal. En cuanto al aspecto social, afecta en lo psicológico, al aspecto psicosocial, porque viven como si fuera una mutilación. Efectivamente, como Ud. dice, pasa que le cambia la vida a una persona; hemos tenido casos muy gratificantes, frecuentemente nos pasa que personas nos dicen que les cambió la vida, no son casos tan dramáticos, pero nos agradecen por el cambio en su vida ante la solución de un problema bucal.
-¿A Suecia fue expresamente a estudiar?
-Sí, fue hace muchos años. Fuimos con mi gran amigo y colega, hoy fallecido, Dr. Gustavo Sales. Ahora todo el mundo sabe lo que son los implantes, son muy conocidos y populares. Cuando yo me recibí no existían, cuando intentaba resolver algunos problemas, no lo conseguía, incluso a veces nosotros mismos le teníamos que indicar la extracción dentaria, la convertíamos en mutilados. Eso siempre me tuvo muy preocupado, estaba continuamente estudiando en esa época. Un día leyendo veo que había surgido una experiencia muy nueva que eran los implantes que se integraban al hueso con titanio, un material biocompatible, eso no solamente no se conocía, sino que hasta era mal visto. Cuando vi la seriedad de esos estudios, noté que era distinto y que tenía que ir al exterior a estudiarlo. Fui especialmente a eso, estudié con el profesor Per-Ingvar Branemark, un profesional muy conocido, palabra mayor a nivel mundial. Mientras vivió le hicieron homenajes en todos lados, no tengo dudas que debió haber sido Premio Nobel. En congresos, con audiencias de más de 5.000 personas, cuando él entraba todos lo aplaudían de pie como a un artista, sí, lo aplaudían de pie. Tuve la satisfacción de invitarlo y traerlo a Uruguay cuando yo era Profesor-Director del posgrado de implantes en la Universidad Católica, lo recibió el Director de la Universidad, le hicieron un homenaje, hicimos un congreso internacional y él brindó conferencias en Uruguay.

-Generalmente no valoramos en su justa dimensión lo nuestro, a veces a nuestros grandes los valoran más afuera, aunque Ud. sí es profeta en su tierra. ¿Qué siente hoy ser un calificado conferencista internacional?
-La primera vez que di una conferencia, aunque parezca mentira no fue en Uruguay, fue en Bolivia. Tenía un profesor, Vartan Beshnilian, que fue mi mentor científico, un profesional muy conocido, un día recibo una carta de él donde me informaba que era invitado a un Congreso importante en Bolivia, que tenía que hablar de un tema puntual y prepararlo. Sentí pánico, lo recuerdo. Luego del congreso mi profesor me dijo que debía corregir varias cosas, la primera que había dado la conferencia de espaldas (risas). Después de eso sentía nervios, aunque la conferencia sea en Montevideo, pero esos nervios de a poco se van perdiendo, se hace camino al andar, cada vez es más sencillo. Lo mismo sucede con las clases, en lo teórico poco a poco estás más acostumbrado.
-Incluso ha dado conferencias en San Pablo, meca de la Odontología.
-La última conferencia que di fue en San Pablo, un auditorio muy grande, San Pablo es un medio científico muy importante, está muy lejos de todo en Latinoamérica, muchas de sus actividades académicas están a la altura del primer mundo.
-Un salteño brindando conferencias al más alto nivel mundial.
-Eso es una satisfacción. Ese pánico que sentía ya no está, dando una clase me siento con un poco más de exigencia para el público, la diferencia de dar una clase para alumnos es que cuando se habla para profesionales tiene que ser algo diferente, nuevo, algo que no está en libros, ahí uno muestra la experiencia, que es lo que tiene valor en conjunto con cosas nuevas, sino no tiene sentido.
-Recuerdo, cuando era niño, una anestesia se usaba solamente para realizar una extracción o un trabajo agresivo con el “taladro del dentista”, no se hacía con anestesia. Eso puede haber generado el rechazo al odontólogo.
-Nosotros trabajamos mucho con anestesia, casi siempre. Es muy difícil poder hacer algo sin anestesia, algunas cosas sí. Todo lo que pueda generar dolor o molestia lo evitamos. Cuando se hacen cirugías importantes sacamos del ambiente al paciente para que se relaje, prácticamente están casi dormidos.
-Combatir el dolor en su clínica es primordial, es la gran prioridad.
-Sí, tratamos de combatir el miedo al dolor. Procuramos que el paciente no se estrese, hablando un poco en broma, hemos domado a muchos (risas). A veces sienten pánico, sucede en los niños, ahora no es tanto como antes, los niños de ahora van al odontólogo como si fueran a jugar. En los adultos tratamos que sea lo menos traumático posible.

“En Salto colocamos el primer implante del Uruguay en 1987”

-Sus conferencias apuntan a los implantes, su especialidad, por todo lo que ha innovado y mejorado últimamente.
-En la parte de implantes empezamos muy pronto, fue en julio del año 1987. Colocamos en Uruguay el primer implante óseo integrado y lo hicimos en Salto. A partir de ahí comenzamos a ser conocidos prácticamente en todo Latinoamérica, eso no se hacía, era muy nuevo en todo el mundo. En el año 1985 se autorizaron los implantes y tan solo dos años después lo hicimos en Salto, fue muy precoz, a raíz de eso tuvimos visitas en Salto de odontólogos de otros países. También nos invitaban de otros países para brindar conferencias, nos enviaban pacientes, eso explica por qué atendemos a tanto público del extranjero. De esa manera comenzó, después fuimos desarrollando, en el año 2000 se instaló la Universidad Católica del Uruguay y allí comenzamos el curso de especialización en implantes, el cual hasta el año pasado era el director de ese curso, ahora ya estoy retirado. Uno de mis hijos está como docente, es especialista en implantes también, y fue mi alumno. Hace 4 o 5 años se obtuvo por el MEC (Ministerio de Educación y Cultura) la categorización de especialización a nuestro curso.
-¿De qué países reciben pacientes?
-Argentina, que en este momento tenemos un gran problema debido a pacientes que comenzaron su tratamiento y no podemos atenderlos debido a la emergencia sanitaria; Brasil, he tenido pacientes de Estados Unidos, Italia, incluso de Australia, han venido a Salto a visitar familiares y aprovechan para atenderse, no es que hayan viajado expresamente de Australia a verme a mí.
-¿Ya llegó la teleodontología?
-Lo que ha venido con la pandemia es la teleeducación, sobre todo al principio de la pandemia cuando estábamos aislados, no estábamos atendiendo a nadie. Eso se desarrolló, fue muy interesante, se aprovechó mucho el tiempo, distintos institutos, e incluso universidades que daban conferencias, había público internacional, todo eso era un foro mundial.
Hace poco la Universidad de Harvard que tiene un posgrado muy importante, reunió en varios lugares del mundo como Suiza, Inglaterra, Alemania, Japón, a grandes profesores en ese foro para hacerles preguntas, una oportunidad enorme, hasta mejor que hacerlo en presencia.
-¿Sigue haciendo deporte?
-Sí, ahora que estoy más veterano dejé el tenis, pero sigo con el golf. Siempre me gustó el deporte.
-¿Es obsesivo con el golf como con su profesión, buscó perfeccionarse?
-Sí, pero lamentablemente me resulta mucho más difícil que la profesión, quisiera jugar mucho mejor al Golf (risas).

“hay que apostar a la prevención y así la odontología termina siendo de bajo costo”

-Siempre se ha hablado que se debe acudir con más frecuencia al odontólogo, pero la gente insiste que visitar al odontólogo es muy costoso. ¿Eso ha cambiado?
-El costo es un tema que hay que analizarlo desde más de un punto de vista. Un control no es caro, si uno tiene un auto, así sea de alta gama o no, necesita mantenimiento y cuesta casi lo mismo. Quizás un auto de alta gama sea más costoso en algún repuesto, pero generalmente es lo mismo. Cuánto mejor se haga el mantenimiento y más frecuente, menos costoso va a ser, porque menos complicado van a ser los arreglos, desde ese punto de vista diría que es al revés. Ahora, en cuanto al costo de asistencia, hay diferentes costos, no es lo mismo resolver un problema grande que uno chico, nosotros entendemos y apuntamos a la calidad, a la excelencia, algo que puede ser un poco más costoso pero que dura muchos años o toda la vida, cuesta menos que algo que se está rompiendo y hay que repararlo continuamente. Yo pienso, incluso en la vida real, que uno tiene que buscar siempre lo mejores resultados, no siempre lo más barato, hay que elegir lo más conveniente que es muy distinto. Hay que apostar a la prevención, eso no va solamente en beneficio de lo económico sino mucho más en cuanto a la salud. Si nosotros hacemos un trabajo importante, buscamos que dure, justamente el mantenimiento hace que el trabajo dure y que sea más económico.
-¿Qué siente llegar a la clínica luego de 55 años?
-Alegría, pasión. Creo tener la suerte de que mis hijos eligieron, por cuenta propia, la odontología, y trabajar con mis hijos es muy importante, me gusta, no tenemos discusiones, aprendieron y también apuntan a la excelencia, además siempre me ha gustado la profesión, es un trabajo que me divierte, y trabajar en equipo con mis hijos es verdaderamente importante.