sábado 23 de noviembre, 2024
  • 8 am

Homenaje

Padre Martín Ponce de León
Por

Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín Ponce De León
Cuando recibí la invitación me pareció un acierto tal homenaje puesto que es mucho tiempo al servicio del barrio ya que ello ha sido lo característico de su presencia.
Pero junto con lo gratificante de aquella invitación un sinnúmero de recuerdos se llegaron hasta mí.
Sucede que aquel lugar no me resulta indiferente y lo experimento formando parte de mi ser.
Era parte del “pequeño clero” cuando se salió, en procesión, desde la Parroquia del Carmen rumbo a Cien Manzanas pues se iba a colocar, allí, la piedra fundamental.
Al llegar al lugar donde se habría de celebrar la ceremonia había una multitud de gente.
Era, sin duda, un acontecimiento que no se limitaba a lo barrial, ni a lo parroquial, ni a lo salesiano.
Estaban las autoridades políticas en la presencia del Intendente, las autoridades de la solidaridad en la presencia de Doña Luisa Gallino y las autoridades del empuje y la dedicación en la presencia del P. José María Giménez.
Tres troncos se alzaban sobre un pozo donde se habría de descender la piedra.
Firmas, discursos, bendición y descenso de la piedra y un inmenso aplauso cerró la celebración.
En un comienzo se pensó en hacer allí una escuela pero casi en simultáneo se comenzó a construir la actual vecina escuela. Se pensó en prestar un servicio de policlínica pero también se comenzó a construir la actual. Entonces surgió la “Obra Social Don Bosco”
Todo un desafío puesto no existía mucha idea del camino que allí se comenzaría a transitar.
“Hoy me ha nacido una hija” manifestó Doña Luisa
Esa hija ha ido creciendo y adaptándose a las necesidades concretas del barrio.
Era referencia cuando la “Liga Oratorio Festivo”. Era referencia cuando el servicio pastoral se hacía reclamo. Era referencia cuando la noche de los fines de semana se volvía cine.
Últimamente se ha hecho referencia en cuanto servicio social y tarea educativa.
Venía a mi memoria los campeonatos de fútbol organizados por el Hermano Artigas donde la mayor copa siempre quedaba en poder de la Obra.
Venía a mi memoria las ocurrencias del Hermano Graña cuando envuelto en una bandera y con un megáfono recorría las calles del barrio invitando a ir a alentar a Tigre, uno de los clubes del barrio.
Venía a mi memoria la ceguera del P. Luis y su no decir que no veía “Para que no me saquen de aquí”
Venía a mi memoria la actividad pastoral del P. Verme con sus grupos de reflexión de vida.
Pero, también, acudían a mi memoria nombres de seres que por allí habían pasado y habían dejado su huella en el lugar.
Recordaba a Mayo y su particular identidad con la Obra. A Cufí y sus enojos casi constantes ante las bromas de los chicos. A Mara y su llevar harina para que no faltasen las tortas fritas. A Beba y su ayudarle en las tareas de la cocina. José María y el Sapo con el voleibol y los Tea
A Tetera y el Manzana. A los Pimpi, Giorgi, el Yama y otros tantos que gastaban tiempo dentro de la Obra.
Pero, también, me venían los nombres de tantas personas que, desinteresadamente, daban una mano. Las Capi, las misas de Navidad, los paseos, el frigorífico y su ayuda semanal.
Sin duda que todo esto no es otra cosa que el “antiguo testamento” de una realidad que ha ido creciendo y sirviendo.
Hoy, como no puede ser de otra manera, muchas cosas han cambiado pero se continúa con el servicio y el crecimiento.
Por ello, en medio de un cúmulo de sensaciones, no podía dejar de experimentar el gozo por el merecido homenaje y por el privilegio de haber podido ser testigo del mismo.