sábado 23 de noviembre, 2024
  • 8 am

Mirando sueños

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Sol

Por el Padre Martín Ponce De León
Al llegar este tiempo, donde se comienzan a cerrar actividades, es bueno poder mirar nuestros sueños.
Mirar los mismos y ver si se han cumplido o ver si hay que renovarlos puesto que se han quedado en la órbita de los simples sueños.
Quizás aún estemos a tiempo de hacerles realidad.
Nuestra existencia se mueve, muchísimas veces, en base a nuestra capacidad de soñar.
Una persona sin sueños es, sin dudas, una triste persona.
Los sueños nos motivan a crecer y a no conformarnos con lo logrado hasta el momento.
Los sueños nos ayudan a buscar nuevos caminos para progresar en búsqueda de nuestra realización personal.
Sin lugar a dudas Dios no quiere que nos resignemos a aceptar nuestra suerte sino que desea seamos constructores de nuestra felicidad.
Muchas veces nuestra felicidad se construye desde la aceptación de lo que somos y de la capacidad de soñar desde ello.
Soñar es saber que podemos ser mejores desde nuestra realidad personal.
Soñar es saber que podemos ser más útiles a los demás.
Soñar es saber que podemos aspirar a algo más que hasta lo hoy logrado.
Una persona sin sueños es alguien que se limita a cumplir con un determinado rol.
Una persona sin sueños es alguien que se resigna a hacer lo que se le asigna.
Una persona sin sueños es alguien que se conforma con el gris que hace a su existencia.
Sin sueños es imposible ver la realidad como un permanente desafío.
Sin sueños no se logra ver, en lo cotidiano, a Dios que nos pide algo más.
Sin sueños la vida carece de poesía y de colores.
Los sueños nos impulsan a, permanentemente, buscar algo más desde la realidad que nos rodea.
Los sueños nos hacen disfrutar de las oportunidades que se nos brindan y hacer lo mejor de nosotros en pos de lograr los mismos desde lo que debemos vivir.
Los sueños nos permiten poner brillos y colores a lo cotidiano.
Los sueños nos hacen ver de una forma única lo cotidiano de nuestra vida.
Todo se nos vuelve una oportunidad y un desafío.
Existen seres que limitan sus sueños a tener cosas de última generación como si la vida se limitase a nuestra capacidad de poseer.
Los verdaderos sueños transitan por otros carriles ya que dicen de realización personal que es la auténtica manera de esbozar la felicidad.
Quizás, a lo largo del año, no hemos tenido oportunidad de concretar alguno de nuestros sueños ya que los mismos dicen de nuestra relación con los demás. Tal vez sea necesario renovar los mismos teniendo en cuenta no volver a repetir esas situaciones que nos han impedido lograrlos.
Quizás, a lo largo del año, hemos podido plasmar en realidad alguno de nuestros sueños y ello nos permite volver a reafirmarlo para, desde allí, dar un paso más en pos de una realización más plena.
En oportunidades debemos reconocer que debemos dejar de lado la prosecución de algún sueño puesto que debemos aceptar que el mismo entra en categoría de imposible o de utopía.
Nuestros sueños deben estar bañados de futuro y posibilidad puesto que dicen de un mañana que debemos construir o buscar.
Nuestros sueños no pueden estar ausentes de realismo, por más que sean sueños, ya que deben hacer y decir de nuestra realidad individual.
No somos víctimas de una realidad que debemos padecer resignadamente.
Somos constructores de nuestra felicidad y, para ello, debemos tener a pleno nuestra capacidad de soñar puesto es la única manera de revertir situaciones que pueden estar limitándonos permanentemente.
La felicidad es posible en cuanto seamos capaces de tener sueños.