Gobierno no combate al narcotráfico
Por Pablo Perna
Platón en su “alegoría de la caverna” cuenta que en una caverna se encentraban desde que eran niños, hombres encadenados sujetados desde las piernas y el cuello, no permitiéndoles girar sus cabezas; por lo que la realidad que conocían eran las sombras que se dibujaban en la única pared que durante toda su vida habían observado. Frente a la puerta de la caverna había una gran fogata que siempre estaba prendida, y entre la fogata y la puerta pasaban toda clase de hombres con objetos y animales, reflejándose sus sombras en la pared de los hombres encadenados. Un día uno de los hombres se escapa y se asoma a la puerta y observa la verdad, dándose cuenta que durante toda su vida había vivido engañado, vuelve a contarles a sus amigos, pero estos no le creen, por lo que tratan de matarlo para seguir viviendo en la verdad que ellos querían creer.
Platón nos enseña hace más de 300 años a/c la importancia que tiene el conocimiento y que debemos de romper con las cadenas para poder prosperar como sociedad. Afirma que en la ignorancia los hombres también viven felices, al igual que los hombres encadenados, pero el progreso no debe estar en manos de aquellos que alegremente se empeñan en seguir viviendo en una mentira.
Esto es lo que actualmente sucede con el narcotráfico en el Uruguay y nuestra clase política, donde los políticos por ignorancia, por comodidad o temor, son los encargados de dibujar las sombras de nuestra caverna, afirmando que combaten al narcotráfico y que tienen la situación dominada, pretendiendo generar una falsa sensación de seguridad. En el Uruguay los gobernantes no han combatido seriamente al narcotráfico, ni hay verdaderas intenciones de hacerlo, sino todo lo contario, por acción y por omisión los han fomentado, creado un simulacro de combate.
Una simple prueba de lo mencionado es que los carteles de América Latina consideran al Uruguay una ruta segura de tránsito. En el puerto de Montevideo pasan un promedio de 60.000 contendores mensuales, existiendo para controlarlos un solo escáner comprado en el año 2007, que no funciona siempre y que únicamente le permite controlar no más de 120 contendedores por día; esto significa que en su estado óptimo de funcionamiento, puede controlar no más de 3.600 contendedores mensuales de los 60.000 que pasan. Si se manda al puerto un contenedor por día cargado de cocaína, debe de tener muy mala suerte para que lo descubran, por ese motivo aquí nadie lo atrapara; lo podrán atrapar en otro puerto, como sucedió en el mes de junio en Hamburgo donde se incautó 10 toneladas de cocaína provenientes de Montevideo.
En la parte aérea la situación es peor, en virtud que Uruguay no cuenta con radares que puedan cubrir todo el territorio nacional; si por esas casualidades algún radar capta accidentalmente alguna señal de una nave sospechosa, tampoco existen respuesta rápidas por falta de recursos y aunque exista respuesta, no pueden derribar la nave, por lo que el espacio aéreo uruguayo es un shopping center narco. Por deducción en Uruguay no ingresa más cocaína por ser un puerto lejano a los puertos europeos, existiendo otros puertos en Brasil igual de ineficientes al nuestro, pero con un flete más barato.
¿Hasta cuándo seguiremos en la caverna de Platón viendo las sombras que los políticos nos dibujan? Escribo estas reflexiones por sentir indignación por el asesinato de ayer de un candidato presidencial en Ecuador por defender un discurso inaplicable, o por vivir en una sociedad que en el fondo siente simpatía por Marset y repulsión ante la autoridad que lo persigue, también presumiblemente más corrupta. En fin, escribo estas líneas haciendo catarsis al no tolerar la hipocresía en que vivo y a sabiendas de la nula repercusión que le pueda generar al lector.