Por Alexandra Ledesma
Socióloga y Educadora Sexual
Cuando nos vinculamos hay cuestiones que afectan o determinan la forma en que lo hacemos.
Esto efectivamente dirige nuestra interacción con nuestro entorno, y son formas aprehendidas en nuestra infancia, y si, todo lo vivido en la niñez se traduce en el adulto que hoy habitamos.
Nuestros vínculos primarios son la base de nuestros vínculos del futuro, así que lo importante es distinguir qué tipo de patrón o modelo fue el aprehendido para reconocer o reconocernos en nuestro comportamiento o sentir de hoy.
Y digo reconocernos porque no es únicamente la forma en que nos vinculamos con el exterior sino también la forma en que nos tratamos a nosotros mismos.
Estos patrones que como dijimos están basados en creencias que provienen de la infancia, posiblemente reforzadas durante el resto del desarrollo de la vida de la persona, y lo que se destaca en ellos es que la mayoría son inconscientes, ignoramos lo que mucho que afecta nuestros vínculos. Muchas veces podemos explicar lo que nos sucede pero rara vez detectamos que eso se debe a estas creencias que traemos con nosotros y que tan arraigadas están.
Podría apostar que ya tuvieron estos sentires incontables veces, sentir un dolor que no parece nuevo sino nostálgico, atemporal, y si, es que provienen de nuestro niño herido.
Estos patrones vinculares vienen de nuestro yo reactivo, es allí justamente donde los reconocemos, en las reacciones, en eso que decimos “nos nace” y que quizás luego lo razonamos pero que en el momento simplemente hacemos o decimos.
Esto se traduce en creencias limitantes ¿por qué? Porque nos condiciona a pensar y sentir a través de ellos, a ver la realidad desde nuestro cristal, incluso deformar nuestra propia esencia, y con ello incidir negativamente en las relaciones.
Estas creencias se encuentran tan arraigadas que incluso nos hacen actuar a priori, nos adelanta a lo que podría o no suceder, nos plantea un escenario que quizás nunca suceda pero seguimos buscando evidencia para que así sea.
En términos generales todos tenemos necesidades emocionales básicas, que nos llevan a crecer de forma sana, si estas necesidades no son cubiertas por nuestros adultos es que se produce un vacío en alguna de estas áreas.
La autonomía, la expresión autentica, el sentimiento de seguridad, la conexión con los demás, el autoestima y los limites, son las áreas a cubrir por parte de nuestros criadores primarios, que muchas veces no logran hacerlo, o por lo menos en una o algunas de ellas.
Esta falta en alguna de estas áreas, implica más que un comportamiento en la adultez, implica sentimientos, actitudes, autopercepción, y formas de actuar ante la activación de este patrón.
Todos adoptamos estrategias para cuando un patrón se activa, y son formas de defendernos ante la aparición del mismo.
Las tres estrategias que adoptamos son, defensa activa, huida y defensa activa, y cada uno de ellos depende del patrón que traemos, de estas creencias intrínsecas y de las emociones que las rodean.
Un ejemplo para adelantarles nuestra segunda parte de este tan profundo tema que hoy les traje. Un patrón devenido en la falta en el área de autonomía, es el de dependencia, el creer que solo no puedo, lo que me trae sentimientos de ansiedad, me enoja, y puede trasladarse a la pareja en una dependencia media o absoluta, en toma de decisiones o en cosas simples de la cotidianidad. Personas con este patrón suelen atraer parejas controladoras, lo que les permite depender de ellas, nuevamente se encuentran reafirmando este patrón.
En la segunda parte les traigo el resto de los patrones y sus respectivas estrategias y sentimientos.
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