viernes 29 de marzo, 2024
  • 8 am

Familia en Cuarentena

Gisela Caram
Por

Gisela Caram

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Ps. Gisela Caram
La cuarentena nos ha conectado de lunes a viernes con esos silencios de domingo a la mañana, donde ni siquiera se escuchan los ladridos de los perros (éstos están tan contentos con toda la familia en casa, que no necesitan pedir más nada).
Si bien este acontecimiento que transitamos a nivel global, nos frena de una vida en la que corríamos no sé hacia dónde, (cada uno debería investigarlo) nos conecta con otros ruidos.
Llamo “ruidos” a esos fantasmas internos que al parar de hacer cosas, emergen.
Las familias se encuentran en casa, al menos en la gran mayoría. Si alguien tenía pensado algún plan para estas fechas tuvo que desarmarlo. Hacer frente a frustraciones, malestares, que cada uno manejará como pueda.
Hay quienes centran “su ruido”, pensando en, ¿cómo sobreviviré a esto? Y otros que niegan la realidad.
Ni subestimar los riesgos de una pandemia, que a cualquiera nos puede tocar, ni vivir con miedo. Ningún extremo. Responsabilidad social.
En cada casa hay momentos de encuentro, de conectarse y también de desencuentros, situación frecuente en cualquier vínculo.
Al pasar los días todos vamos estando más vulnerables, más ansiosos, angustiados, temerosos o sobre informados, y esta situación influye en el relacionamiento con los demás.
Las preocupaciones han aumentado, hay quienes piensan en ahora, en la salud, otros se sienten fuera de riesgo, y se permiten otras preocupaciones, lo laboral, lo económico, la educación.
Las familias con niños preescolares que se ven desbordados en el cuidado y la contención de sus hijos, que no tienen la ayuda de abuelos ni niñeras, y tienen que re acomodar sus vidas por un buen tiempo.
Familias con escolares no tienen que inventar juegos, pero también deben acomodar sus rutinas.
Liceales y Universitarios que tienen alguna clase virtual, o deberes… pero aún nada estructurado.
Parejas que venían transitando crisis, y el tema de la pandemia, suma.
Cuando tienen niños chicos se hace difícil el espacio y el tiempo para el diálogo.
A veces, las discusiones se van naturalizando, o el no hablarse, o el gritar o golpear puertas, se repite día a día.
Esta violencia puede que ya estuviera presente antes de este “quedarse en casa”, pero se puede potenciar, al estar durante todo el día pegados.
El tiempo ha cambiado para todos.
Podemos aprovechar este tiempo como una oportunidad para escucharnos, para crear, para encontrar la intensidad que debería tener, “un tiempo de encuentro con el otro”.
No lo llenemos de películas, música, comida, peleas.
Paremos para mirarnos. Para escucharnos. Para sentirnos.
Quedar en casa para cuidarse, no descuidarse cayendo en reproches, celos, que todavía hay gente que cree que los celos son una muestra de amor.
O controles desmesurados en el celular del otro, o mala comunicación. Suponer lo que el otro piensa, sin preguntar, esto de la supuesta asertividad, potencia problemas.
A veces se cree que por convivir mucho con una persona, se sabe cuál será su respuesta, o se cree saber qué está pensando el otro, y eso es imposible.
No se puede predecir lo que va a decir otra persona, vamos cambiando y somos impredecibles.
Si tanto suponemos y no dejamos que el otro se exprese, lo estamos anulando.
En 10 días hubieron cuatro feminicidios en Uruguay, seguramente quedaron en segundo plano en las cabezas de la gente…la violencia de género es a gritos, una epidemia. Y se genera en la naturalización del destrato, la desvalorización, los celos, los controles, la anulación.
Tendremos que aprender algo más de esto que estamos viviendo.
¿Cómo transitar una crisis dentro de otra? Capaz que adaptándonos a vivir las crisis de la vida.
Aceptándolas como parte de la vida. No asustándonos de transitar los problemas de nuestro diario vivir. Buscando estar juntos y bien para enfrentar lo que viene de afuera.
Anda circulando un poema, y comparto un trocito que dice así:
“Cuando la tormenta pase
Y se amansen los caminos
Y seamos sobrevivientes
De un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
Y el destino bendecido
Nos sentiremos dichosos
Tan sólo por estar vivos…”