Por Gerardo Ponce de León
En el día de ayer, me hicieron llegar a mi celular, un mensaje que tiene que ver con el día de Todos los Santos y los fieles difuntos. Lo de Santos, que es día 1 de Noviembre, es un día para aquellos que creen y aceptan a la santidad en la vida, que no es cualquiera, que tienen en su vida, como principio y fin Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. El día 2 es de los fieles difuntos. Esta muy bien llevada.
En él, comienza: “Encendiendo un fósforo para así poder encender una vela, que significa la vida de los que nos han precedidos a la Casa del Padre. Nos pide que encendamos una vela con cariño, en recuerdo de nuestros seres queridos, que han vivido, antes que nosotros, para ellos que son luces en el camino que nos GUÍAN, DIRIGEN, Y NOS PROTEGEN. Enciendo esta vela porque su luz siempre permanece entre nosotros, porque brillan en el cielo y en nuestros corazones ETERNAMENTE. Porque a pesar del tiempo siguen en nuestros sueños, en cada silencio, en cada latido del corazón.
Enciendo esta vela por tu recuerdo, así mientras el fuego se mantenga encendido, sentiré la calidez de tu abrazo que tanto extraño. Enciendo esta vela para mi soledad, como destello de luz ante mi oscuridad. Lo hago dedicado a quienes se fueron.
Gracias por recorrer conmigo parte del camino. Con respeto, honor, y a su memoria, enciendo una VELA.”
Creo que algo más sencillo y humilde que una vela, pocas cosas podrán igualarlas, ya que cebo o grasa y una piola o pabilo, son los ingredientes para hacerla y nos con esa sencillez nos da luz, nos ayuda a caminar porque aclara nuestro camino. Será de luminosidad reducida, pero es una luz en nuestro andar. Muchas veces evocamos esa luz, y nos lleva a ponernos en el lugar del otro, para pensar como obraría en nuestro lugar. El recuerdo de esa luz, es como el faro para un barco, que gracias a él, evita un accidente y nos lleva por el buen camino.
Muchas veces, en nuestra vida, nos entra la oscuridad, y como bien dice están presentes en nuestros sueños, en nuestro silencio y en el corazón, nos guían y ayudan a salir adelante, en el acierto o en el error, no nos detenemos ya que para corregir hay tiempo, ya que el estar parados es tiempo que se pierde de aprender, aceptar y querer, lo que la vida nos presenta.
La aceptación y la valoración, de quienes nos precedieron, son pilares muy importantes, más que el cariño o amor que le podremos tener. Siempre tenemos que recordar que algo de sus vidas nos sirven para mejorar nuestra forma de obrar y pensar. Algo bueno nos han dejado dentro de su legajo de vida. si lo aceptamos y valoramos, vamos a verlo más ligero de lo pensado.
Hoy, con la velocidad que se vive, puede ser mirado, como una utopía, algo irrealizable, pero el corazón nos va a enseñar que la realidad, el sentir y el obrar, frente al prójimo, es el mismo; que lo importante es descubrir a nuestro semejante como otro ser humano, igual o mejor que nosotros mismos.
Mucha razón tiene el encender una vela en honor a quien nos precedieron en nuestras vidas, con todas las diferencias que le podemos poner, entre ellos y nosotros, si miramos con objetividad, vamos a ver que lo que cambia es lo exterior, el pensamiento, pero nunca el sentir de nuestro corazón, como es el cariño, aprecio, que no es otra cosa que nuestro AMOR a nuestros seres queridos.
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