Por Gerardo Ponce De León
Tengo la suerte de encontrar en un libro la siguiente frase:
“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel o su origen o su religión. La gente aprende a odiar y si se puede aprender, porque se enseña a odiar, también se puede enseñar a amar”. Nelson Mandela.
Una frase muy sencilla, real y que tiene que hacernos pensar de cómo y si somos capaces de enseñar a amar. Cuando leí quien era el autor de la misma, más entendí a este hombre, que predicó esta frase con el ejemplo.
Somos muchos los que nos “llenamos la boca” con lo que nos pide nuestro Padre Dios, que nos pide, como primera cosa amarlo a Él, sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. ¿Cuántas veces decimos que no a nuestro prójimo? ¿Cuántas veces no vemos a Cristo a nuestro lado? Tenemos que tener muy presente, el hecho de que Él está ahí: en el pobre, el necesitado, el preso, el enfermo, el que necesita calor humano, en el que no sabe. ¡Cuántas veces, sabiendo esto, no queremos ver, negamos una mano, un abrigo, algo nuestro, como un abrazo o una sonrisa!
Y me pregunto ¿qué nos cuesta? Claro, muchos miramos el aspecto del que nos pide y pensamos que es más fácil aprender la cultura del pedir, que el agachar el lomo trabajando. Vemos la edad que tiene y pensamos ¿por qué no trabaja?. Se le da comida y la tiran en el primer lugar que encuentran, hasta en la misma puerta que le dio algo que ellos comieron, y da rabia ver que donde está lo que se le dio.
Siempre vemos más allá de lo que tenemos que ver, como es ver a un ser humano que me está pidiendo una mano. No debe de ser muy fácil pedir, como el hurgan los tachos de basura, es la demostración más grande de necesidad. No quiero irme del tema, pero cuantas veces negamos un sí, frente a quien nos está pidiendo.
Somos tan poca cosa, que negamos algo nuestro, algo que no cuesta, ya que mi tiempo vale oro y no lo tengo para perderlo, entonces somos capaces de negar nuestras orejas, para escuchar a el que necesita ser oído, porque también existe la necesidad del desahogo, de ser escuchado, por más que sabemos que no vamos a solucionar ningún problema, pero si le damos “valor” al que tenemos enfrente, ya que dejamos nuestro tiempo, para ganar mucho más de lo que pensamos, en dedicarle un rato a otra persona. ¿Cuántas veces necesitamos ayuda y no la recibimos? Acá aplicamos un viejo refrán: “no hagas a lo demás lo que no te gusta que te hagan a ti”
¿Cuánto tiempo estuvo preso Mandela por luchar por los demás? Su meta era que todos son iguales y tienen todos los mismos derechos; sin importar el color de la piel, la religión o su origen. Era su ideal, su fin de vida, su meta, y soportó, aguantó y lucho por su principio de vida.
No creo que lo hiciera para su beneficio, lograr un provecho, ya que los intereses mezquinos de un ser humano, se doblan frente al poder mayor de los otros. Mandela lo soportó, porque su vida, sus principios lo sostenían.
La verdad que me gusto la frase y ojalá la pueda poner en práctica en mí vida. Principalmente que aprenda a AMAR.
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