Por Gerardo Ponce de León
Por más que uno no quiera, la vida continúa y con ellas todas las alegrías y tristezas. Siempre se desea que las alegrías superen ampliamente a todo lo negativo que tenemos frente a nosotros o que nos toca vivir.
Pero por más que no se quiera, seguimos con problemas, que apocan y no nos dejan ver (muchas veces porque no queremos) las cosas buenas. Es cierto que tenemos el pedido, de parte de los que saben, que cambiemos nuestros hábitos, es una nueva normativa de vida, que en muchos casos, ha venido para quedarse por más tiempo del que pensamos. ¿Qué tenemos que hacer? Muy sencillo, acomodar nuestra forma de vida a esa nueva normativa. Muchos nos quejamos que el tapaboca nos ahoga, nos cambia la forma de respirar; es capaz que sea cierto, pero probemos de usar los descartables, no se lavan pero dejan respirar mejor. Sacando cuentas, salen casi $3 cada uno y recién a los 10, gastamos $30 que es lo que nos sale uno lavable, de condiciones potable, pero de tela.
Es como andar en las calles de la ciudad de Salto, ya que tenemos que ir buscando cual es la de menos pozos, pero tenemos que dar un tiempo, ya que han comenzado por la Avda. Oribe, que los cráteres, ya estaban prontos para tragarse algún vehículo que circulaba por dicha arteria. Siempre se tiene que adecuar el cuerpo a las circunstancias que nos toca vivir.
También, con problemas mayores, está la muerte. Nos duele, nos golpea, cuesta acomodar más el cuerpo, ya que entran afectos, costumbres y la convivencia. Todos estos factores, modifican nuestra forma de vida, pero se tiene que terminar acomodando el cuerpo a las nueva forma de vida que nos toca. Nos guste o no, es parte de la vida, que nos obliga a aceptar la nueva etapas que se vienen por delante.
Es muy cierto que este último ejemplo, golpea a todos, se cumple una etapa de la vida, que reitero es muy dolorosa. Siempre hay que tener la mirada hacia arriba, para pedirle al Padre que tenga piedad por quien partió para su casa y que nos de fuerza para poder “soportar” la pérdida de un ser querido.
Cuando esto sucede, la fe, el creer, nos ayuda muchísimo, más de lo que pensamos, ya que existe una aceptación del dolor. Es muy cierto que podemos tener muestras de dolor, por la pérdida de un ser querido, que no lo vemos más, pero es razón de vida, ya que se nace, se vive y se muere. En la fe, existe una razón y el apoyarnos en ella, el saber porque suceden las cosas, nos ayuda mucho a “acomodar el cuerpo”. Por favor, les agradezco que tomen este término, dentro del contexto del escrito.
Cuando a uno le llega ese momento, de que tenemos que acomodar el cuerpo, a las nuevas circunstancias, comenzamos a valorar la vida que llevamos, sentimos el calor real de la gente que nos aprecia y lo mejor es que nos damos cuenta del valor, de la huella que nos deja esa persona que ya no está más con nosotros, físicamente.
Cuesta, no es fácil, pero el saber del porque estamos, porque sufrimos, son valores que mucha gente nos ayudan a ver y sentir, y nos dan pie para mejorar nuestra forma de ser. Nos ayudan a entender muchas cosas que tenemos en cuestionamiento. Nos damos cuenta de todas las cosas buenas que nos dejan para que mejoremos nuestra calidad de vida. Todo tiene sus cosas buenas, que son las más, y sus cosas malas, que son las menos.
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