sábado 23 de noviembre, 2024
  • 8 am

El virus del que nadie habla

Gerardo Ponce de León
Por

Gerardo Ponce de León

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Sol

Por Gerardo Ponce de León
Quiero compartir con ustedes un WhatsApp. El motivo, son los comentarios que me hicieron llegar, las personas que les reenvié el mismo. Ojalá pudiera hacerle llegar la mayor cantidad de los escritos, pero como se repiten varios, y voy a ser o comentarles los que más me gustaron.
El WhatsApp decía: “El virus del “hambre” mata, cada día, a 8.500 niños y niñas, y la vacuna existe! Se llama “comida”! Ah, pero esto no sale en la tele!” Acompaña una foto de un niño/a, comiendo migas del piso, con un estado físico muy triste, diríamos, en criollo, bien flaquito/a.
Me comenzaron a llegar las opiniones que les dejaba este mensaje. El más común fue: “Qué trise”, “horrible”. Pero dos me hicieron pensar: “Somos todos nosotros culpables por el silencio que hacemos cuando vemos esto….” “Lo que pasa que “este virus” no le deja plata a las multinacionales”. Este último no es de una persona desconocida, sino es de las que dudan de por qué sucede o sucedió “el escape” del virus, que hoy, el mundo entero, sufre. De este último comentario, no creo que sea, la única persona que cree, de lo que es posible hacer el ser humano, dentro de su avaricia, el deseo de poseer más. También los países, en su afán de poder, de supremacía, hacen “cosas”, que lo que interesa es su dominio, su poder, sin importar, lo más mínimo, el ser humano.
Gracias a Dios, que muchas veces, escapa de nuestra mente, ese tipo de accionar, ya que estamos lejos de ese poder. Pero ¡cuidado! que tiene, dentro de un nivel muy inferior, pero que el fin es el mismo, todos aquellos que explotamos a los trabajadores, con el solo fin de poseer más capital. El no pagar lo que corresponde, las condiciones de vida, son formas de “exprimir” al ser humano.
Antes de la pandemia, ¿Cuánta comida se tiraba? ¿Cuánto se gastan en armamento en el mundo? ¿No daría para palear el hambre? Cualquiera de las respuestas a mis preguntas, escapan de mi imaginación, ya que los volúmenes, las cifras, son de tantos ceros, que me es imposible imaginar.
Por lo tanto, lo importante es: dar gracias a Dios por vivir en el país que nos toco vivir; por tener, mucho o poco, todos los días algo de comer, en nuestras cuatro comidas diarias; de poder balancear en algo nuestra comida diaria, ¿no serán motivos para agradecer?
Y como todos, me pregunto ¿qué puedo hacer para combatir dicho virus? Los que tenemos trabajadores dentro de nuestras empresas, los que damos trabajo, pagar lo mejor y seguro, que podamos; darle condiciones o tratarlos como verdaderos seres humanos, en la medida que podemos; tener siempre presente que lo que está enfrente nuestro no es un objeto, que es un ser humano.
Pequeñas grandes cosas que están a nuestro alcance y que combaten al “virus del hambre”. No tirar lo que nos sobra de comida, ya que es la que comimos nosotros y la compartimos con otro, el muy famoso “no tiene algo que me dé” por más que sabemos o vemos tirada nuestra comida, que podíamos habernos quedado y en la próxima comida o más adelante, aprovecharla.
Y es muy cierto que somos culpables, con nuestro silencio, del avance de este virus, que sabemos que está y no hacemos nada por combatirlo. A quien no le molesta ver hurgar los contenedores, buscando comida a una persona. Sé muy bien, que luego del pedido y de la dada, aparece el continuismo, el tener que aguantar los pedidos en la puerta de la casa; tener que soportar las guarangadas o malas palabras que se reciben, frente: “hoy no hay nada”.