Por Andrés Torterola.
La referente de Inmujeres, Lic. Adriana Miraballes, en diálogo con CAMBIO se refirió al emprendedurismo y señaló que se destaca en los últimos años como una herramienta fundamental para el desarrollo económico, la generación de empleo y la transformación social, tanto a nivel local como global. No se trata únicamente de iniciar un negocio, sino de crear soluciones innovadoras, fortalecer economías regionales y empoderar a individuos y comunidades, especialmente en contextos donde el acceso a oportunidades históricamente ha sido desigual.
En este marco, la participación de mujeres emprendedoras cobra una relevancia particular. En Uruguay, iniciativas como “Diálogos y Saberes”, impulsada por Inmujeres, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y el Ministerio de Turismo (MINTUR), son ejemplos concretos de políticas públicas orientadas a promover la autonomía económica de las mujeres rurales y del agro. Esta actividad se desarrolla anualmente en el Salón Multiusos de la Expo Prado, espacio que se convierte en una vidriera nacional para el talento, el esfuerzo y la creatividad de mujeres emprendedoras de todo el país.
SALTEÑAS EMPRENDEDORAS
En cuanto a mujeres salteñas emprendedoras dijo que en esta instancia nacional es especialmente significativa. Representa no solo una oportunidad de visibilidad, sino también un reconocimiento al trabajo silencioso y sostenido que muchas mujeres realizan en zonas rurales, transformando recursos locales en productos con identidad, valor agregado y proyección comercial.
Emprendimientos como el de Silvia Verónica Aguirre, quien trabaja con fieltro y tejidos artesanales, reflejan la riqueza del saber tradicional combinado con innovación, al igual que otras emprendedoras seleccionadas año tras año. Estos proyectos no solo fortalecen la economía familiar, sino que promueven la preservación de técnicas ancestrales, la sostenibilidad ambiental y el arraigo territorial, afirmó Miraballes.
AMPLÍAN HORIZONTES
La participación en ferias como la Expo Prado constituye una oportunidad estratégica para las emprendedoras rurales, ya que les permite no solo exhibir sus productos, sino también establecer vínculos con otros actores del sector, generar redes de colaboración e intercambiar experiencias que enriquecen su labor.
Estos espacios abren la posibilidad de acceder a nuevos mercados y de validar sus propuestas ante públicos diversos, lo que fortalece tanto su confianza como la proyección comercial de sus emprendimientos. Asimismo, se convierten en instancias de aprendizaje colectivo donde se comparten saberes, se identifican tendencias y se amplían horizontes de crecimiento. En este sentido, resultan fundamentales para visibilizar el aporte de las mujeres rurales al desarrollo del país y para derribar estereotipos de género que aún persisten en algunos sectores productivos.
