Por Carlos Silva
Salto enfrenta un dilema que marcará su futuro sin ningún tipo de dudas, el desafío de más y mejores viviendas para su gente. El crecimiento desordenado y la falta de planificación en materia de vivienda durante estos últimos años de gobierno departamental, ha generado asentamientos irregulares y un déficit habitacional que afecta a miles de familias y la ciudad ha crecido sin una estrategia clara en esta materia.
El aumento de la población y la falta de acceso a soluciones habitacionales han llevado a muchas familias a instalarse en terrenos sin servicios básicos, agravando los problemas de infraestructura de la ciudad. La ausencia de políticas efectivas por parte del gobierno de la dinastía Lima en esta materia, no solo impacta en quienes viven en condiciones precarias, sino que afecta a toda la comunidad.
En los últimos años, la Intendencia de Salto ha intentado presentar soluciones que, en la práctica, han sido meramente anuncios sin resultados concretos. Un claro ejemplo es la entrega de terrenos a cooperativas de vivienda y grupos familiares sin la infraestructura mínima para que puedan construir y habitar dignamente. Estos terrenos carecen de acceso a servicios esenciales, lo que condena a las familias a un futuro incierto y sin soluciones reales. Además de todo esto, no se le otorga certeza ninguna respecto a esos terrenos entregados en la ex chacra municipal y utilizan esta situación como medida de presión política para que trabajen para ellos y luego los voten, por suerte estas familias se han dado cuenta de esto y ya no les creen más.
Después de diez años de gobierno del intendente Andrés Lima, ninguna de estas cooperativas ha podido construir una sola vivienda. Se ha jugado con la esperanza de quienes sueñan con la casa propia, prometiendo soluciones que nunca llegan. A esto se suma la polémica sobre cómo se han adjudicado algunos de estos terrenos, con denuncias sobre irregularidades y favoritismos que ponen en duda la transparencia del proceso.
Este problema no solo refleja la ineficacia de la actual administración, sino que también deja en evidencia una falta de visión a largo plazo. Una política de vivienda no puede reducirse a entregar terrenos sin planificación ni garantías. Se necesita inversión en infraestructura, acompañamiento técnico para las familias y un compromiso real con el desarrollo de la ciudad. Sin estos elementos, Salto seguirá atrapado en un círculo vicioso de crecimiento desordenado y soluciones a medias que no resuelven nada.
No se puede seguir administrando el crecimiento de Salto con improvisación y decisiones cortoplacistas. La ciudad necesita una política de vivienda seria, con planificación real y estrategias que garanticen soluciones efectivas. Cuando el gobierno de Luis Lacalle Pou llegó a Salto con el plan Avanzar, la intendencia miró para otro lado. Es urgente dejar de lado los anuncios vacíos y concretar obras que aseguren un desarrollo ordenado y oportunidades reales para quienes buscan acceder a una vivienda digna.
El futuro de Salto no puede seguir dependiendo de promesas que nunca se cumplen. Es momento de exigir políticas responsables, transparencia en la gestión y soluciones que realmente cambien la vida de los salteños.
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