martes 30 de abril, 2024
  • 8 am

«En el camino del medio nos repartimos la cancha entre las instituciones, en común acuerdo con los productores»

El Ing. Agr. Fabio Montossi, quién acompaño desde INIA gran parte de este proceso de afinamiento de las lanas, dijo que para lograr cumplir con los objetivos que se plantearon desde el principio, «lo más importante en ese proceso es que fue de común acuerdo con los productores».
En este sentido remarcó que en primer lugar se necesita «gente que este convencida que ese futuro es posible aplicando tecnología, segundo que se involucre directamente pero desde el principio en las definiciones y tercero que tenga espalda ancha porque seguramente ese camino va a estar lleno de piedras».
Si bien un grupo de productores merinistas tomaron la iniciativa y formaron parte de la base que ha consolidado este éxito, Montossi recordó que «dentro del grupo criadores hay gente que a pesar de estar con un merino mucho más fino del que conocimos, también pensaron que no teníamos que ir hacia las lanas ultrafinas, hay gente que todavía está gente de un merino medio, o sea que no todos es igual en la Viña del Señor».
Montossi dijo que «está bien que así sea, lo único importante es que no te podes dar el lujo de en estas situaciones de no ser proactivo y no ir delante de lo que ocurre en el mercado, porque cuando llega el mercado y si todavía no empezaste con la investigación, llegaste tarde».
El investigador de INIA no se refirió exclusivamente a las lanas medias, sin embargo marcó que «en el año 92, un estudio de la consultora Mackenzie, ya nos ponía una señal de alarma con grandes conceptos con que la tendencia de los consumidores de ir hacia lanas más finas y más blancas y eso llevó a que ese análisis estratégico nos llevará a la especialización y la mejora productiva de la ovinocultura nacional hacia el 2020, eso está todo escrito, «carne o lanas finas», si bien le dábamos lugar a las lanas de 25 a 26 micras con un doble propósito más afinador».
En ese momento, Montossi marcó que se proyectaba, para las razas en esa línea de micronajes, «un incremento en la producción de carne ovina, pero con una mirada distinta. En aquel momento esencialmente la mirada era a mejorar la eficiencia de crecimiento del cordero, más un cruzamiento terminal donde se iba el macho y la hembra que nacía de ese cruzamiento».
«En el camino del medio nos dividimos la cancha entre las distintas instituciones, en afinar lo que ya estaba de genética en el Uruguay y nosotros elegimos el camino de trabajar en una línea de investigación, que en el año 2003 Daniel Rubio incorpora el Merino Dohne en el Uruguay y en el 2004 nosotros ya estamos haciendo los ensayos en Glencoe» recordó Montossi y resaltó que esa decisión de dividir la cancha «siempre se hizo en común acuerdo con los productores».