sábado 23 de noviembre, 2024
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Padre Martín Ponce de León
Por

Padre Martín Ponce de León

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Minervine

Por el Padre Martín
Ponce de León
¡Por favor! Permíteme un algo de silencio.
Han sido una prolongada serie de actividades preparatorias de Navidad.
Ahora que sus primeros ecos se han apagado experimento la necesidad de un algo de silencio.
Sí, silencio para poder mirar con calma todo lo que Navidad me ha permitido celebrar.
Momentos de intensa alegría.
Momentos de profundo compromiso.
Momentos de reconfortante encuentro.
Momentos de exigente entrega.
Momentos de celebraciones intensas.
Han sido muchos e intensos como para asimilarlos completamente o para dejarlos pasar como si nada. Por ello es que solicito un algo de silencio para poder disfrutar completamente de lo que me ha regalado esta Navidad.
Sin duda ha sido un prolongado tiempo del amor hecho desafío y entrega.
Un momento de silencio, luego de tantos días intensos, es como un sorbo de agua fresca ya que es necesario.
Un silencio que permita que los pensamientos tomen el rumbo que deseen y se detengan en los momentos que desee.
Un silencio que permita que los recuerdos afloren donde y como lo deseen para disfrutar cada uno de ellos y poder verlos en su total dimensión.
Ellos saben la verdadera razón por la que se detienen en este o en aquel detalle. Detalle que en la prisa de las jornadas ha pasado casi sin ser tenido en cuenta.
Necesito de esos silencios que me permitan hacer surgir esos rostros que se hacen nítidos y me ayudan a revivir un compromiso de entrega y servicio.
Esos silencios donde no exista otro sonido que el de la bombilla cuando se queda sin agua para sorber.
Esos silencios donde puedo escuchar, en mi interior, una y mil veces esa voz que dice “Holiiis” y me colma de gozo.
Esos silencios donde se mezclan la soledad y los abundantes rostros.
Han sido muchos momentos donde muchos han entrado en mi vida y he intentado ser útil para ellos.
Por ello es que ahora necesito un algo de silencio para rezar todo lo vivido que, sin duda, ha sido abundante puesto que mucho y diverso.
Rezar para agradecerle a Dios todo eso con que ha querido regalarme para que me pudiese intentando ser útil a los demás.
Rezar para pedirle me ayude a cumplir lo que espera de mí.
Rezar para poner en sus manos la vida de cada una de esas personas que siempre me están regalando oportunidades para aprender y prolongar el espíritu de Navidad.
¿Por qué será que las cosas de Dios siempre implican tanto?
No siempre es fácil de comprender a Dios puesto que se vale de realidades muy diversas para estar hablándonos y manifestándonos que confía en nosotros.
En estos días, en más de una oportunidad, me he preguntado “¿Por qué yo?” y siempre he llegado a la única conclusión de que todo responde a un acto de confianza suyo.
Necesito un algo de silencio y por ello este artículo no es mucho más que un pedido del mismo.
Por ello es que, si se me permite, concluya por aquí mientras disfruto unos mates y me dejo conducir por recuerdos y momentos.
Recuerdos y momentos que me traen rostros y voces. Ante alguno de esos rostros solamente deseo que el mundo se detenga para agradecerle debidamente.
¡Por favor! Permítame un algo de silencio.