viernes 3 de mayo, 2024
  • 8 am

Una historia con final feliz

El hombre aprovechó el fin de semana largo que generó la Navidad del viernes y se fue a Punta del Este a descansar. El 24 disfrutaba de la playa Mansa cuando una abeja lo picó en el pie, no le dio importancia, más de la que genera el ardor de la Apitoxina que inyecta el insecto. Minutos después comenzó a descompensarse y a faltarle el aire, hasta que hizo un paro cardiorrespiratorio. Quiso la providencia que en la sombrilla junto a la de él, había una señora, también salteña, preparada y con mucha experiencia para casos de problemas aéreos de ese tipo y pudo auxiliarlo, practicándole reanimación y otras técnicas.
NO SABÍA QUE ERA ALÉRGICO
Trasladado de urgencia al Sanatorio Cantegril, allí fue estabilizado y a la tardecita ya pudo contar la historia. El hombre en cuestión no sabía que era alérgico a la picadura de abejas.
El nombre de los protagonistas pasa a segundo plano, lo que no pasa a segundo plano es la satisfacción de quien pudo salvar una vida por obra y gracia de la providencia, de estar en el momento justo y en el lugar indicado. Algunos le llaman casualidad, otros, con sentido de fe, le llaman causalidad divina. De aquí en más el hombre de la experiencia con final feliz deberá vivir prevenido y hacer un tratamiento para anafilaxia, porque abejas hay en todos lados y aunque pican solo para defenderse, los accidentes están a la orden del día y en el momento menos pensado.