martes 16 de abril, 2024
  • 8 am

Sombras de la infancia erotizada

Sebastian Suárez
Por

Sebastian Suárez

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Ps. Gisela Caram*
En esto de cuidar los hijos, respetar sus derechos, hay algunos que quedan invisibilizados. El derecho a jugar y a ser protegidos a veces, se desdibuja.
La infancia hoy, se sigue extendiendo hasta los 11 años. A veces nos parece que son tan maduros, tan avanzados, pero son aún niños, que están muy estimulados.
Las redes sociales y la llegada masiva a todos, de “todo”, lleva a la pérdida de control, la confusión, de los padres sobre el acceso de sus hijos a videos, canales, youtubers que influencian negativamente en la infancia.
La naturalización de imágenes de adolescentes que los niños y sobre todo las niñas, copian, reproducen y van incorporando desde muy pequeñas, lleva a que se vean como “adolescentes”.
Tik tok, videos musicales, donde el perreo, que es una forma de simular actos sexuales a través de movimientos explícitos, más allá de ser un estilo del Reggaeton, y sin caer en juicios de valor a los adultos que lo practican, en las niñas, invito a pensar hasta dónde no es una forma de erotizarlas y/o sexualizar sus cuerpos infantiles. . .
“Cuties” o “Guapis”, es una película que se estrenó hace poco en Netflix y muestra algo de esto.
Un grupo de 4 niñas de once años que se preparan para un concurso de baile. El personaje de Ami, una niña afrodescendiente, que viene de una familia musulmana, y transita una serie de situaciones de controversia, angustia, violencia. Si bien la película ha ganado premios internacionales, la hipersexualización de las niñas, refleja algo de lo que vengo exponiendo.
Niñas que comienzan tempranamente a maquillarse, vestirse y actuar como si fueran adolescentes, y a los 11 años, no lo son.
Ni hablar del contenido de las letras de las canciones, que acompañan este tipo de baile, y son, de contenido sexual, machista, y es tarareado muchas veces sin comprender ni pensar lo que trasmiten, contenido que por cierto, merecería un tema aparte.
El tránsito por la infancia, los juegos de niñas, la exploración, la imaginación, no debe saltearse.
Al tener acceso a redes, ven y copian conductas que escapan a veces al control o cuidado de sus padres, esto no las hace “madurar”, sino que las lleva a naturalizar y las estimula.
Cuidar que las niñas jueguen, se vistan y se comporten de acuerdo a su edad, es un cuidado que corresponde a los padres.
Un comienzo precoz, a una etapa que aún no llegaron y no están listas emocionalmente, no es saludable.
Alrededor de los cinco años, la vergüenza y el pudor ya están instalados en el aparato psíquico; el pudor tiene que ver con la apropiación del cuerpo y el esconder ciertas partes que el niño no acepta compartir con otro. Queda así, instalado el cuidado del cuerpo, que no se quiere mostrar al otro totalmente, y es ahí, donde aparece otro, y se nota la construcción de la vergüenza. Ahí está en juego el amor a si mismo, al cuidado del yo.
Es importante sostener este respeto por si mismas durante todo el desarrollo de la infancia.
Algunas niñas no presentan ninguna vergüenza en este tipo de bailes, porque no lo sienten como algo prohibido ni indebido. Es algo que se ha ido naturalizado culturalmente, a través de lo que se escucha en la radio, se busca luego en videos de Youtube y se imita. . .
En fin, esta es una invitación a pensar en la crianza saludable de los niños y niñas. Me referí a “las niñas”, porque son las más comprometidas en este tipo de bailes.
El manejo de los límites, entre padres e hijos, que si no puede ser manejado en la infancia, menos lo será en la adolescencia.
Después, todos nos asombramos de la precocidad de los púberes y adolescentes, pero esta precocidad, no es más que la continuación de una infancia no agotada, de una pseudo madurez…
*Especialista en Psicoterapia Vincular