La normativa de la OFI para que no corra reglamentariamente el año de inactividad, lo que repercute en que los futbolistas que cumplen dos años sin jugar no queden en condición de libres, ha generado muchas repercusiones. Además del comunicado del gremio de jugadores amateurs del interior, AIAF, en nuestro medio muchos han mostrado en redes sociales su disconformidad con esta situación.
Alegan que no se escucha al futbolista y que la medida sólo favorece a las instituciones.
Representantes de cada confederación de OFI, como el caso de Alan Kuchman por el Litoral Norte, explicaron que se apunta a no desfavorecer a los clubes con menos recursos, ya que de otra forma los más fuertes les pueden sacar los jugadores por los que apostaron, por el solo hecho de que el calendario haya corrido sin fútbol y no los hayan podido aprovechar.
Muchos jugadores reclaman el derecho de que se les respete el tiempo corrido para poder decidir, independientemente de lo que pretendan los clubes.
Es una situación, la de pandemia e inactividad futbolística oficial, que nadie pudo prever, y desemboca en esta disyuntiva, que se mire por el lado que se mire va a favorecer a algunos y perjudicar a otros.
Los jugadores tendrían que tener un ámbito de diálogo entre ellos mismos para poder responder o reclamar con fuerza colectiva.
En este momento no lo tienen y sólo pueden recurrir al gremio actual o buscar alternativas particulares. Pero más allá de toda esta irregularidad que ha generado el año sin fútbol, el problema puede servir para que en nuestro medio se forme un grupo de jugadores que vele por los derechos de todos.
Freddy Aguirrezábal
