Una familia del barrio Pocitos en Montevideo fue estafada días atrás con el “cuento” de que tenían secuestrada a su hija. A las cuatro de la mañana sonó el teléfono y atendió la madre de la joven. Del otro lado una voz femenina, desesperada, se hizo pasar por la hija y de inmediato le pasó el teléfono a otra persona, que inició el pedido de dinero a cambio de no hacerle daño. Mientras la madre escuchaba las demandas del delincuente y explicaba que prácticamente no tenía dinero en la casa, el padre de la joven intentaba localizarla en su celular, pero no atendía.
El padre salió en su vehículo a buscarla mientras la madre accedió a poner en una bolsa de residuos la poca plata que tenía a mano. El estafador le dijo que dejara la bolsa al costado del contenedor de residuos que tenía en su cuadra. Lo hizo, y por la puerta vio como un hombre pasaba y se llevaba la bolsa. Instantes después uno de los delincuentes corta la llamada. Minutos después la hija escucha el teléfono y atiende, confirmando que estaba bien y que todo había sido un engaño. Según expresaron integrantes de la familia damnificada, la Policía les pidió que contaran lo sucedido a todos sus conocidos y familiares para alertarlos de esta modalidad de estafa. Los efectivos también les aseguraron que reciben una o dos denuncias diarias con este tipo de estafas o intentos de estafas. Al parecer los delincuentes llaman a teléfonos al azar hasta que dan con una persona que efectivamente tiene una hija, un hijo o un familiar que en ese momento no está en la casa. Ahí comienza el engaño, que incluye la amenaza de hacerle daño al ser querido si lo llaman a su celular.
