jueves 2 de mayo, 2024
  • 8 am

Cómo aliviar contracturas musculares en espalda y cuello y evitar que el malestar siga en aumento

Dolor, rigidez, limitación a la hora de realizar ciertos movimientos, inflamación o un bulto en la zona dolorida que se puede palpar fácilmente. Son los síntomas característicos de una contractura muscular. Son muchas las agresiones que la musculatura recibe a diario sin que te des cuenta. Si está tonificada, será capaz de adaptarse y soportará estos sobreesfuerzos sin lesionarse. Pero si los músculos están flácidos y les falta tono, sobrellevar esta sobrecarga puede resultar un problema y es fácil que aparezcan contracturas (e incluso otros problemas más importantes).
CUANDO EL MÚSCULO NO LOGRA
RELAJARSE
En una situación normal, los músculos se contraen y se relajan para que podamos realizar diferentes movimientos. Pero a veces las fibras musculares se contraen y después no pueden distenderse. Entonces aparece una contractura. El cuello, los hombros y la zona alta de la espalda son los puntos donde suelen formarse estos nudos, sobre todo por la elevación casi constante e inconsciente a la que sometemos a nuestros hombros. Pero lo cierto es que pueden afectar a cualquier parte del cuerpo.
LO PRIMERO,
IDENTIFICAR LA CAUSA
Repasa si alguna de estas circunstancias puede estar detrás de esos nudos que resultan tan molestos.
Una mala postura
Mantener una posición forzada durante mucho tiempo puede desencadenar una contractura. Sentarse en la silla o el sofá sin apoyar bien la espalda, hablar por teléfono mucho rato sujetando el aparato entre el hombro y la cabeza, mirar la pantalla del ordenador adelantando mucho el cuello…
Golpe de frío
En general, los músculos son sensibles a la temperatura. Cuando nos vemos expuestos al frío se contraen más y, muchas veces, sin ser conscientes de ello adoptamos una postura forzada y tensa.
El estrés
Las contracturas más comunes son las denominadas tensionales, que se localizan en la parte alta de la espalda. Habitualmente aparecen porque, sin darnos cuenta, encogemos los hombros (es algo muy típico cuando tenemos problemas o preocupaciones).
DESHIDRATACIÓN O UNA MALA ALIMENTACIÓN
La falta de hidratación o la carencia de ciertos nutrientes, como por ejemplo magnesio o potasio, pueden hacer que una persona sea más proclive a desarrollar contracturas.
PEQUEÑOS CAMBIOS QUE TE AYUDARÁN
Mantén una buena higiene postural, practica ejercicio con regularidad para mejorar el tono muscular, evita el sobrepeso (cuanto mayor es el peso corporal, más esfuerzo debe realizar tu musculatura a la hora de movilizarse), aliméntate bien para que a tus músculos no les falte ningún nutriente. En ciertos casos, sobre todo si la contractura está en la zona cervical, puede provocar incluso mareos Seguir una rutina regular puede ser de gran ayuda para combatir las contracturas.
EL AUTOMASAJE TAMBIÉN TE PUEDE AYUDAR
Otra forma de actuar sobre los huesos neuromusculares es presionando sobre la contractura. Esta presión inhibe también las terminaciones nerviosas que captan y transmiten los estímulos dolorosos.