jueves 2 de mayo, 2024
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Recuerdo del Padre Emilio Ghidotti permanece vivo en las comunidades

Por Daniel Spinelli
El 6 de julio del año 2003, Uruguay –y sobre todo Salto- recibía la triste noticia del fallecimiento del Padre Emilio Ghidotti, sacerdote italiano con fuertes raíces en nuestra ciudad que supo ganarse el corazón de quienes lo conocieron. Preso de una cruel enfermedad, Ghidotti había viajado a su Bérgamo natal en Italia para someterse a un tratamiento que le daba posibilidad de mejorar su calidad de vida. Se fue una mañana con el deseo de volver, pero eso nunca ocurrió y se quedó en su país, aunque antes de irse como si lo presintiera, dejó su crucifijo de madera en poder de la comunidad de la Catedral. El mismo con el que él recorría las camas del hospital y sanatorios llevando una palabra de aliento a enfermos y familiares.
SIGNO DE SU PRESENCIA
Un grupo de fieles que conocieron al Padre Emilio, son los encargados de mantener viva su presencia mediante su recuerdo y el cuidado del crucifijo que llevan hasta el lecho de enfermos y desahuciados para aliviar el dolor y sembrar esperanza. En muchos casos se han reportado mejorías milagrosas en las personas que llevaron a registrarlas para plantear a la Santa Sede la posible beatificación del cura italiano.
UN CURA CON OLOR A OVEJA
El Papa Francisco expresó en su momento que la Iglesia Católica necesita de curas con “olor a oveja”. Es decir curas que se preocupen por las inquietudes y dificultades de su rebaño y como buen pastor pueda ser parte del crecimiento y progreso de sus fieles. Ghidotti, tenía muchas aptitudes para estar cerca de su rebaño, acompañando, alentando y muchas veces reclamando acciones bajo su temperamento propio de tano.