viernes 3 de mayo, 2024
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Saltolandia

Gustavo Varela
Por

Gustavo Varela

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Por Gustavo Varela
“Esperando la Carroza” es una obra de teatro, de los años 60, del uruguayo Langsner, y que se convierte en un clásico del cine argentino de la mano de Doria, allá por los 80, con una actuación memorable de China Zorrilla y un elenco memorable.-
Es del género “grotesco criollo”, cuya característica esencial es la animalización de los personajes, a la que se le agrega la falsedad social enmascarada, mezclando lo trágico y lo cómico a partir de la falta de recursos, para poder trascender. Se revela en la misma, lo que los personajes quieren ser, y lo que son realmente.
Y esta introducción viene a cuenta de lo vivido en el departamento de Salto estos últimos días, donde pone de relieve ese “enmascaramiento” que padece cierta clase de dirigentes políticos, que son capaces de lo inimaginable, en pos de trascender en los medios de comunicación, y en el calor popular.
Decíamos que en dicho género se mezcla lo trágico con lo cómico, como consecuencia de la escasez de recursos, lo que se repite podríamos decir en el ámbito político.
La escasez de recursos en la actividad política, llámese valores, ideas, visualización y planificación mas allá de la actualidad, proyectos, básicamente podríamos decir recursos intelectuales, lleva a los diferentes actores, a confundir los roles para los que fueron elegidos, y con tal de trascender, mezclan lo que se puede hacer en lo público, con lo que se puede realizar en lo privado, y terminan elaborando ese producto “grotesco”, que apunta siempre a sus intereses particulares por sobre el bien general.
Legisladores que manejan lo privado como un boliche, sin entender que ellos, aparte de serlo tienen que parecerlo, tienen que dar el ejemplo.
Legisladores que manejan lo público como un “boliche”, con todo el respeto que se merecen los bolicheros, que creen que pueden manotear las cosas disponiéndolas a su antojo.
Intendentes, que sin despecho, se creen evangelizadores de normas éticas y morales, cuando han sido los primeros en cruzar dichos límites, pero que además se desentienden de los asuntos de su departamento aunque siguen cobrando peso a peso y algunos más también.
Esa falta de recursos intelectuales, culmina siempre en el mismo lugar, en el abuso en los recursos económicos del estado.
En vez de utilizar los recursos para el desarrollo real e integral de las sociedades, se utiliza en actividades circenses, donde el ruido las que las rotulan como gastos sociales, inclusivos, integradores, superadores, y toda esa gama de nombres confusos, que no son más que términos que enmascaran situaciones poco regulares.
Lamentablemente se ha venido deteriorando lo que se conoce como la clase de dirigentes políticos, y se van perdiendo paulatinamente aquellos prohombres que con ideas y valores.- El deseo de poder, reconocimiento, dinero o la fama les lleva a desconectarse de las virtudes que, en un principio, pudieron acercarle a la función pública.
La credibilidad, firmeza, honestidad, autoridad, convicción y la empatía, son facetas que se han perdido totalmente, y que claudican ante las anteriormente citadas.
Necesitamos una dirigencia política que sepa escuchar, colaborar, y hacer, principalmente enfocados en el bienestar general.
Lo que va quedando, es simplemente un producto hueco, con algo de entretenimiento, que dura mientras gastan y alcancen los dineros ajenos, pero que hacen muy poco para la comunidad.
No podemos tener sociedades fuertes, desarrolladas y con un buen nivel de vida, si seguimos permitiendo que los arribistas nos ganen.
Hay que trabajar para recuperar el terreno perdido.