sábado 4 de mayo, 2024
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La ejecución de un peón rural. Un crimen imperdonable.

Leonardo Vinci
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Leonardo Vinci

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Por Leonardo Vinci.
Hace 50 años, el Uruguay, nuevamente había elegido democráticamente a sus gobernantes el último domingo de noviembre.
Sin embargo, hacía 9 años que los Tupamaros se habían llevado la Constitución y la Ley por delante, queriendo imponer su voluntad, por medio de las armas.
En esos días, una de las acciones programadas por los subversivos era la construcción de grandes tatuceras o escondites en montes y sierras del interior rural.
Las tatuceras más grandes estarían ubicadas en estancias y chacras de simpatizantes de la guerrilla.
El MLN construyó una de dichas tatuceras en el Departamento de Maldonado- donde operaba la Columna 21 del Interior- ubicada en la estancia «Espartacus», en el Km 113 de la Ruta 9, próxima a Pan de Azúcar y muy cerca de Piriápolis.
El ingeniero Jorge Manera Lluveras dirigió los trabajos de construcción con el conocimiento y autorización de los dueños del campo, el matrimonio de Néstor Sclavo y Gloria Echeveste, también integrantes del movimiento tupamaro.
Ese berretín era muy grande; tenía un depósito de armas y municiones y un polígono de tiro.
Un día, en diciembre de 1971, el peón rural Pascasio Báez había salido a buscar el caballo perdido de un vecino, que había ingresado en la estancia Espartacus.
Báez Mena tenía 45 años y vivía en el Barrio de la Escuela Industrial de Pan de Azúcar, era casado y tenía dos hijos.
Vivía de changas, especialmente hacía trabajos vinculados con la construcción y la confección de alambrados.
Luego de ingresar al campo, el peón se topó con un hombre que salía por la tapa de una tatucera.
Inmediatamente fue detenido por los tupamaros ocultos en ese refugio.
Los subversivos discutieron el destino del peón.
Se manejaron varias alternativas, entre ellas detenerlo indefinidamente, o llevarlo al exterior, posiblemente a Chile o Cuba.
Estuvo privado de su libertad por varios días mientras la conducción del MLN decidía qué hacer con él.
Un dirigente tupamaro- probablemente Henry Engler viajó a la estancia para resolver cual sería la mejor solución.
Conjuntamente con los carceleros presentes en el escondrijo, decidieron asesinarlo.
Le hicieron saber al dueño del campo lo que harían y eligieron el lugar donde sería enterrado.
Para tranquilizar a Báez Mena le dieron una muda de ropa y le explicaron que lo llevarían a otro lugar más seguro.
También le dijeron que le aplicarían un tranquilizante.
El entonces estudiante de medicina Ismael Bassini le aplicó el inyectable, asesinándolo con una sobredosis de pentotal suministrado por Engler.
Desnudaron el cuerpo y lo enterraron en un pozo que luego fue tapado y ocultado en la estancia, para que nunca fuera encontrado.
Tiempo después, militares del Batallón de Ingenieros Nro. 4 de Laguna del Sauce allanaron la estancia Espartacus y luego de varios días de rastrilleo, encontraron los restos de Pascasio Báez en total estado de descomposición.
Esther Baéz Mena, hermana del peón ejecutado, recuerda: «Mi hermano estuvo desaparecido siete meses que fueron de mucha tristeza y locura. Mi padre quedó loco por esos siete meses de angustia que se transformaron, luego, en una obsesión por la venganza que le duró el resto de los años que vivió».
Esta es la triste y terrible historia de Pascasio Báez que nadie puede negar.
El peón rural vilmente asesinado por los tupamaros hace 50 años.