sábado 18 de mayo, 2024
  • 8 am

Confianza y confidencialidad

César Suárez
Por

César Suárez

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Por Dr. César Suárez
La palabra confianza encierra amplios conceptos que definen actitudes y regulan el relacionamiento entre personas definidas por actitudes del otro a la hora de tomar una decisión.
Cuando buscamos en el diccionario lo define como “esperanza firme que una persona tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada, o en que otra persona actúe como ella desea.
Confiar significa tener ciertas certezas vinculadas a conocimiento de antecedentes sobre experiencias ya vividas y que permiten planificar en base a parámetros razonables que nos orientan a que determinados acontecimientos sucederán o serán de determinada manera.
Hay ocasiones que terminamos por confiar luego de una evaluación minuciosa de cada situación y en otras, confiamos en forma temeraria sin evaluar los riesgos y en ocasiones, porque no nos queda otra alternativa.
Hay acontecimientos que no dependen de la voluntad de nadie, sobre todo los vinculados a la naturaleza, podemos confiar que no llueva o que llueva, que no haga frío, que no esté nublado, pero en ese caso son simplemente expresiones de deseo de que algo suceda pero que no depende de las personas sino de la naturaleza.
La mayoría de nuestras acciones están basadas en la confianza y cuando podemos elegir, escogeremos la opción en la que más confiamos.
La realidad es que todos necesitamos confiar en algo, tener esperanza de que los acontecimientos se ajusten lo más posible a nuestras expectativas y cada uno tiene una escala que ha elegido en que confiar. Hay personas que confían en una determinada religión y en sus representantes, otras, en un dirigente político, otras en un gerente o en un equipo, otras en la familia, otras en el esfuerzo personal y otros, a los que no les interesa el esfuerzo ni la espera, confían en el azar y la mayoría repartimos nuestra confianza varias opciones.
La salud, es una preocupación y hoy día que en nuestro país prácticamente toda la asistencia sanitaria está institucionalizada, desde el primer minuto de vida estamos vinculados a una institución médica y aún antes, desde el inicio del embarazo en el vientre de la madre.
Habitualmente, necesitamos confiar nuestra salud a uno varios médicos o un equipo de profesionales que se hagan cargo de nuestra asistencia.
La realidad es que la asistencia médica va mucho más allá de recibir un diagnóstico y a continuación una receta sino que se basa en la confianza que el paciente tiene con su equipo de salud, no en las respuestas mecánicas que dan las máquinas de laboratorio sino en la expresión individual de cada uno, con la angustias individuales, las dudas, la influencia del entorno, los errores cometidos, los conflictos, la personalidad que llevan que cada paciente tenga una impronta particular que las máquinas no captan pero que el médico o el equipo de salud sí, o por lo menos, debiera para darle un encuadre especial a cada caso.
El paciente termina por confiar en el médico, trasmitiéndole sus angustias, sus debilidades, sus contratiempos, su percepción del entorno, termina por confesarle acontecimientos que forman parte de sus secretos más íntimos como una forma de descargar sus angustias y el médico o el equipo que lo asiste debe escuchar atentamente para responder a esa confianza y luego preservar en secreto todo lo escuchado, porque la angustia confesada es propiedad inalienable de quien ha confiado y tendrá que quedar cerrado con siete llaves en la confidencialidad de cada evento porque la confianza es la clave de cualquier resultado y cuando se rompe hace estragos.
En la consulta médica, la confianza debe siempre tener como contrapartida la confidencialidad para que la confianza no se alterey en la profesión médica es esencial y un comentario inadecuado acerca de la información obtenida en una consulta médica puede desarticular un equilibrio imprescindible en la obtención del mejor resultado.